Sobre Runaways, de Brian K. Vaughan
Por Rocco Fregoti
Introducción
Si se toman el subte B y se bajan en Uruguay tendrán dos comiquerías a una distancia mínima: La Revistería y Entelequia. Ambas tiendas se enfocan en el comic mainstream, pero sobre todo el comic norteamericano de superhéroes y la producción de manga que trae Ivrea, entre otras editoriales. Este no es un fenómeno incomprensible sino la presencia de una cuestión real muy marcada: solo en Estados Unidos y Japón ha sobrevivido una producción de historietas a un nivel tan industrial de producción cultural y a su vez tan impuesta en el resto del mundo. Con el surgimiento del anime en el oriente y de las películas live action en occidente es muy fácil entrar al consumo de ambas formas de historieta, la propagación y la imposición cultural, hasta cierto punto, causan esto. Así, tenemos un gran porcentaje de gente que compra los comics de superhéroes norteamericanos y de mangas japoneses, pero que pueden ser tranquilamente consumidores separados.
En el enero del 2003, Marvel trata de “pescar” los compradores de manga creando el sello editorial Tsunami. Tomando el estilo artístico del manga, y apuntando a los públicos en los que se divide: para el shonen y shojo – es decir, los jóvenes -, Runaways y Sentinel; para el seinen (adultos), Mystique. El éxito de este sello es variado. Algunas series vendieron algo, algunas tuvieron éxito crítico, la mayoría cayó en el olvido porque así es la vida. Pero de los títulos de este sello resalta Runaways, que tuvo un éxito considerable y mantiene una pequeña comunidad de fans.
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Esta cuestión de “adaptar” las cosas que hacen funcionar a las obras niponas se puede notar en la formación del equipo. Cada uno recuerda un poco a distintos mangas y animes. Karolina Dean se transforma en una chica de colores arco iris y es la miembro con la actitud más positiva, recordándome a las magical girls del shojo como Sailor Moon o Utena. Gertrude York tiene como principal vínculo un velociraptor con la que está unida psicológicamente y sigue sus órdenes a la perfección, algo así como Ash con Pikachu o Tai con Agumon. Nico Minoru parece representar el shonen más “edgy” como Bleach o Ao No Exorcist con toda esta cuestión de la sangre y lo gótico. Xavin cambia de sexo recordando a Ranma ½, Alex Wilder es el típico debilucho en términos de poder que brilla en su capacidad estratégica; Chase Stein maneja un mecha, Molly Hayes se podría resumir en ese tropo tan común de protagonista entra en un ataque de ira siendo más fuerte de lo común solo para quedar cansado físicamente. Los únicos que no sé cómo podría encajar en un esquema así son Victor Mancha y Klara Plast. Pero no sorprende que se haya logrado tal nivel de imitación, o más bien, absorción de ideas del manga. Al final de cuentas, quien crea esto no es nadie más que Brian K. Vaughan, que es un autor que tiene un par de cosas claras.
Ganador de catorce premios Eisner, catorce Harvey y un Hugo, si tuviera que describir de una forma la escritura de Vaughan sería “entretenida e inesperada”. Tanto en este comic como en Y: The Last Man y Saga se pueden ver ciertos patrones que mantienen sus historietas como algo que da ganas de seguir leyendo. Primero: sus personajes son muy carismáticos y dan para mucho. Con diálogos bastante divertidos, personajes que actúan de forma coherente ante las situaciones con las que se enfrentan y que son distintos entre sí, dando paso a relaciones entre estos bastante variadas y dinámicas. Segundo: no se le olvida ningún detalle nunca. Tramas, personajes y problemas que aparecen en tomos o números muy anteriores vuelven con fuerza cada tanto, dando vuelta por completo las reglas de juego de la trama actual. Por último, no se guarda nada. Sexo, guerra, religión, gobierno. Vaughan es frontal, sabe que su obra existe en un aquí y ahora. Así nos aparece con Y: The Last Man en los inicios de la crisis de la masculinidad, con Paper Girls en la explosión de la nostalgia por los ochenta y con Runaways, si me permiten plantearlo, en los albores de la ahora más marcada politización de la juventud.
Pero Runaways no parece como algo nuevo en un primer vistazo. Digo, son a) adolescentes y b) tienen superpoderes. Eso no es nuevo. Los Jóvenes Titanes tenían unos cuarenta años probablemente para cuando salió esta historieta. En el mismo tiempo habían surgido Nuevos X-Men y Jóvenes Vengadores, así que, ¿qué trae de nuevo Vaughan a la mesa?
Un Equipo de Super Adolescentes un poco distinto
El primer número inicia con superhéroes peleando. Son personajes de un videojuego que Alex Wilder está jugando. A lo largo del número van apareciendo cada uno de los jóvenes y son poco más que estereotipos. Wilder es un nerd, un virgo al que le gustan los videojuegos de rol. Nico Minoru es una chica gótica, muy “edgy”. Karolina Dean es una stacy, una “porrista”, una white liberal puesto que es una vegana progre. Gertrude York es una mezcla de amargada sarcástica y trosko con OSDE. Chase Stein es un chico “deportivo”, un chad. Y por último Molly Hayes es, bueno, una niña, un ejemplo más del patrón casi idéntico de escribir niñas de diez u once en toda la cultura humana. Así de primera mano, da todo un poco de asquete. De “cringe”. A algún lector que busque algo más, o al menos complejo y no el empleo de estereotipos industriales DisneyTM, quizá esto le dé disgusto y decida abandonar la lectura. Pero eso supone ya tratar una cuestión: el estereotipo industrial DisneyTM, el arquetipo constante e inmortal, es usado como tal tanto porque, bueno, funciona. Que los personajes parezcan tan promedio hace que no te los olvides, cada uno está asociado a una imagen distinta y así se evita su confusión. Además, la cuestión del arquetipo no pasa tanto del uso de este sino del cómo: si, la mayoría de los villanos siguen la línea “maldad pura” pero creo que podemos convenir que en el universo cinematográfico Marvel fue mucho más interesante Hela en Thor Ragnarok que Ronan en Guardianes de la Galaxia o Cráneo Rojo en Capitán América. Lo mismo pasa acá y los personajes tan arquetípicos que nos encontramos pasan en poco tiempo de ser personajes a ser personas. Individuos contradictorios, con capas. Así el ser la “chica-rubia-perfecta” de Karolina es más bien un intento de pasar desapercibida y que la gente no se dé cuenta de que es lesbiana. Chase parece a primer vistazo alguien que simplemente tiene una mala relación con sus padres pero todo indica luego que tiene una gran violencia reprimida y que quizá mató a alguien. Pero nos estamos yendo por las ramas del por qué les hablo del primer número de Runaways: porque es radicalmente distinto a, por ejemplo, el primer número de Young Avengers Porque en aquel comic el “Jóvenes” es etiqueta, delata su edad nomás.
El primer número de Jóvenes Vengadores inicia con una discusión sobre súper héroes adolescentes en el marco de un mundo post separación de los Avengers y en el que la idea de un vigilante menor de dieciocho es tabú desde la muerte de Bucky. Cuando los pibes enmascarados en cuestión aparecen tienen directamente el traje y son héroes. Recién para el cuarto número sabemos algo de su existencia como adolescentes y es muy poco. Números posteriores tratan el asunto pero lo hacen en una dirección clara. El relato de su adolescencia solo importa en relación a cómo eso derivó en ellos siendo héroes, no a como ellos verdaderamente son. Sí, nos cuentan que Billy Kaplan era un chico gay al que le hacían bullying, pero solo como prólogo para una escena en clase en la que se activaron sus poderes mágicos luego de conocer a la Bruja Escarlata; no existe la menor intención de hacer un comentario sobre el bullying, o salir del armario o mostrarnos cómo es su personalidad. No llegamos a conocerles como son sin el traje. Este contraste se hace más marcado comparando a Runaways con los New X-Men y a los Teen Titans, puesto que ambos grupos son o fueron entrenados por super héroes ya adultos para que sirvan de descendencia. Los Jóvenes Titanes son originalmente un grupo de ayudantes de superhéroes (Robin, Kid Flash, Wonder Girl, Aqualad y Speedy) que forman su propio grupo y los Nuevos X-Men son la generación más joven de mutantes de la escuela Xavier capaces de pelear, es decir, aprueban tres materias más y son técnicamente miembros de la Patrulla.
Acá ya se ve una diferencia bastante marcada, ¿no creen? Mientras que los equipos que acabo de mencionar parecen haber nacido para el manto, los Runaways nacieron primero y luego adquirieron ese manto y encima de todo a regañadientes. Y esta cuestión de aceptar a disgusto el peso de la capa, de verse forzados por el contexto parece que va a tener consecuencias negativas sobre ellos. Varios personajes miembros del equipo son o posibles villanos o villanos confirmados en distintos comics ¿Salvan el día? Sí, lo salvan. Pero porque no les queda otra más que hacerlo y es muy factible que un día simplemente algo se les “rompa” adentro y pasen de “salvar al mundo” a “destruirlo”.
Pero hay algo que comenté al principio, sobre Vaughan y como sus historias existen en el aquí y ahora y no se guardan nada. Y para que nuestros queridos protagonistas se enfrenten a quien se enfrentan y sean a su vez jóvenes, no pueden ser súper héroes normales, legítimos. Tienen que ser segunda clase, outsiders. Porque sus enemigos no son solo los padres, es la autoridad en su conjunto.
Rebelión, los extraños y una juventud más brava
Hay un punto en la vida de cualquier fan de los super héroes en el que se ve forzado a aceptar una dura realidad: los super héroes representan el orden institucional. Representan los valores de este sistema, permitiéndoles “rectificarlo”, “sacar a la mala gente”, “enfrentarse” al sistema cuando este falla,. Un gran ejemplo de esto son los X-Men y la Academia Xavier: la Academia representa el sueño de Xavier de lograr la paz entre humanos y mutantes, llegar a un pacto social sin discriminación; y la Patrulla son como los caballeros de ese Camelot que es la Academia.. Si agarramos a los miembros de la primera iteración de la Liga de la Justicia tenemos: un multimillonario (Batman), dos miembros de la realeza y en cierta forma representantes de lo mítico (Aquaman y Mujer Maravilla), un representante del ejército (Linterna Verde, piloto de la fuerza aérea), dos de la policía (Flash, forense; Detective Marciano, detective) y uno de los medios de comunicación (Superman); de los cuales dos son científicos. Los Avengers llevan esto un poco más lejos al tener: tres científicos (Ant Man, Hulk, Iron Man), de los cuales uno es millonario, hay una millonaria (Wasp) y un dios (Thor). Son funcionalismo puro en este aspecto: o se enfrentan a lo malo del sistema que lo inhabilita de funcionar como tal, o a los sujetos equivocados que ocupan la alta posición que deben ocupar los sujetos correctos.
Esta cuestión funcionalista se pone peor cuando te frenás a ver un poco quiénes son los villanos de cada uno. El principal enemigo de Superman es Lex Luthor, un millonario paranoico malo, no como Batman, que es el mejor amigo del kriptoniano y un millonario paranoico, pero bueno. Continuando con el millonario paranoico, si dijera, por ejemplo, cinco de los grandes villanos del Encapuchado como ser: Joker, Catwoman, Two-Face, Pengüin y Scarecrow, tendríamos: tres locos, un líder del crimen organizado y una ex prostituta que vive del robo a familias de gran nivel económico. Con los Avengers podemos hacer lo mismo. Dínamo Carmesí es un enemigo de Iron Man y es, sorpresa, un científico ruso soviético, por lo que representa no ya algo malo del sistema, sino a un sistema malvado que debe desaparecer con tal de que el sistema global sobreviva. El enemigo principal de Thor es Loki, un mal dios, no como Thor, que es un buen dios. Acá entramos a la zona en la que los villanos son ya directamente antítesis en todo sentido de los héroes. No es solo que Flash tiene como enemigos a los Rogues, una banda de ladrones de bancos, no, también tiene a Zoom, un tipo que tiene los mismos poderes que él pero es malo y los colores de su traje están literalmente invertidos. El mayor grado de demencia de esto es con los mega villanos, los híper villanos, las grandes ligas. Con los que ponen en peligro la continuidad y nos dan eventos de noventa números. Porque si el Monitor representa el orden en el universo, y tiene el rol de monitorearlo y protegerlo, debe haber un Antimonitor, compuesto de anti materia que quiera destruirla. Si existe un Hechicero Supremo bueno (Doctor Strange) y científicos supremos buenos (Iron Man, Hombre Hormiga, Señor Fantástico), debemos tener un científico y hechicero supremo maligno que no tenga ni un gramo de compasión, Doctor Doom (literalmente Doctor Perdición y es el mejor villano de los comics). En este universo de significado y orden el mayor enemigo debe ser un representante de la muerte, la nada y el caos (Nekron, Galactus, Thanos).
Antes de continuar quiero aclarar que: uno, me gustan los comics de super héroes; dos, son mis interpretaciones; tres, no creo que haya habido un intento organizado de control social a la hora de crear estos personajes, a la consciencia la hace el ser y estas cosas fueron seguramente inconscientes; cuatro, uno puede ver lo negativo de lo que le gusta y aun así quererlo como es, con fallas y todo,; y quinto, todo esto viene a colación porque con Runaways la situación es dada vuelta. Acá el héroe no es la representación del orden social instituido y los villanos no son las fallas o las antítesis, al contrario, nuestros protagonistas son una antítesis y un riesgo y los villanos son el orden social instituido.
Nuestros héroes son adolescentes. La pubertad y la adolescencia son un período en el que el sujeto empieza a tener, generalmente, reacciones hacia las ideas que fueron lentamente interiorizadas en él. Hormonas, cambio corporal, nuevos ambientes, elijan la causa que quieran pero el fenómeno está. Pueden pasar cosas leves (escuchar una música distinta a la que se escucha en casa, vestirse de otra forma) o más intensas (ser contestatario a los padres, adoptar una ideología reaccionaria o revolucionaria, en el peor de los casos la depresión). Pensadores como Illich o Foucault sostenían que el rol de la secundaria es el de ser un lugar donde mantener encerrados a los adolescentes y enseñarles el currículum oculto de la disciplina, para que sigan el orden institucional. La juventud siempre estuvo presente en los movimientos revolucionarios, o contestatarios si se prefiere. Argentina en los sesenta y setenta, Estados Unidos en los sesenta; en la actualidad con el movimiento feminista; el Antifa en Estados Unidos y la juventud ecologista en todo el mundo. Esto se acentúa si se considera que nuestros protagonistas rechazan la forma en la que las cosas están dadas tanto antes como después de la capa. Entre Chase y Nico que directamente rechazan el mandato familiar, siendo la imagen contraria de ellos, a Karolina y Gertrude que tienen valores progresistas bastante marcados. Y de vuelta, como en el caso anterior, todo esto se refuerza con el análisis a los villanos.
Sus primeros rivales son sus padres, The Pride. Las grandes instituciones (Estado, Religión, Ciencia, Mercado, Medios de Comunicación y, la más importante para este momento, la Familia) no son contradictorias entre sí, sino que funcionan en conjunto, forman coherencia entre sí. Los padres son los que nos introducen a la realidad y es la forma que ellos tienen de ver la realidad la que heredamos por vez primera, por más que luego riñamos con ella. Y esa mirada, generalmente no es contradictoria a la de las grandes instituciones. Los padres de los Runaways, a su vez, son todos ricos. Todos tienen sus preciosas casitas, sus beneficencias, caen en representaciones de las principales instituciones del sistema también (dos pares de padres son científicos, otros dos son médicos, un par son actores muy conocidos), y a medida que avanza la trama no es que son “malas manzanas” del árbol: no, todo el árbol está podrido. Son dueños de la policía, los periódicos locales, todo. Y tampoco se puede aplicar lo que decía previamente de Dinamo Carmesí: no viven en un país lejano y su sistema no se basa en valores contradictorios al statu quo norteamericano en el cual se producen estos comics, es Estados Unidos, Los Ángeles, de entre todos los lugares.
Continuemos: los superhéroes que aparecen en cameos acá son más un conjunto de adultos creídos que vienen a decir que ya resolvieron el problema cuando en realidad fueron nuestros protagonistas o a arruinarle la vida al grupo de alguna forma u otra. Los héroes con los que se llevan bien son: los Young Avengers en sus crossovers, Wolverine porque lo admiran y Spider-Man porque es el único miembro de los Avengers dispuesto a escuchar su versión de la historia. Y recordemos que de esos equipos hay varias razones más bien temáticas por las cuales deberían llevarse bien: los Jóvenes Vengadores son adolescentes al fin de cuentas; Wolverine es un veterano de guerra con síndrome de stress post traumático, amnesia y al que el ejército canadiense le hizo experimentos para luego olvidarse de él; Spider-Man durante gran parte de su historia era un pobre pibe que contaba las monedas para el colectivo y al que el multimedio local odia y desprecia y trata como amenaza. Es decir, ninguno representa a una institución, siendo Spider-Man un marginado y Wolverine una víctima de las instituciones.
Seguimos con los villanos. Los que no son The Pride, son aún representaciones del orden institucional. Ultrón, el creador de Víctor Mancha, es, al final de cuentas, una metáfora de los límites de la ciencia, de cuando llegamos al punto bomba atómica y lo pasamos directo, sin mencionar que también es la creación de un superhéroe. Los enemigos majesdanios de Karolina y Xavin en el tercer volumen son, literalmente, un ejército en busca de venganza. En el arco en el que conocen a Klara Plast los superhéroes locales son en realidad un grupo ultra reaccionario de derecha y rompe huelgas (procede a sonar la Internacional).
Los miembros que se agregan al grupo aparte de los originales también siguen las líneas de adolescentes rebeldes, pero agregan otras cosas. Víctor Mancha es un latino que se nota que vive en una subcomunidad, ya que su único amigo es otro hispano como él con el cual habla en la lengua de Cervantes. Xavin agrega un componente queer mucho más fuerte que Karolina. Para empezar, es trans. Al principio no queda muy claro porque es un skrull (es decir, cambia cuerpos) y varía de hombre negro, mujer negra y skrull, pero al final del segundo volumen se nos rebela que ella siempre vuelve a la forma femenina. Klara Plast es quien lleva esto más lejos. Era una niña en el mil novecientos, una inmigrante alemana que no manejaba muy bien el inglés en Nueva York, casada con un borracho agresivo que la fajaba y la mandaba a trabajar. Todos son o marginales o víctimas. Y aquí es donde llegamos a un punto de no retorno. Porque en ese 1900 los grupos a la Ku Klux Klan que dicen que representan el bien, los rompehuelgas y las niñas trabajadoras bajo condiciones de violencia de género siniestras no eran una falla del sistema: eran el sistema.
Los millonarios de hoy día son dioses entre hombres, dueños de la policía y los medios de la misma forma que The Pride en el primer volumen. Y estos millonarios están llevando al mundo al Armagedón, de la misma forma que The Pride con sus sacrificios a los gigantes hebreos. Y de la misma forma que tenemos hoy día una juventud rebelde, hay una juventud rebelde en los comics que la representa: los Runaways, Fugitivos, fuera de la ley, del sistema.
Conclusión: En Fuga
Quiero terminar este texto hablando de una condición médica. En psicología se llama “estado de fuga” a una situación en la que un sujeto se disocia de sí mismo, procede a tener una amnesia sobre partes de su vida. El stress o los traumas pueden causarlo, y se teoriza que es un mecanismo tomado por la mente para evitar el suicidio del afectado. Acá hago, como ya habrán podido adivinar, un puente por el nombre de la afección (estado de fuga, runaway en inglés es fugitivo) y los padecimientos que genera con la rebeldía juvenil y el concepto de un fugitivo. La adolescencia es un proceso violento y estresante para muchos y activamente dañino y traumático para algunos. El colapso total del endiosamiento de los padres no significa necesariamente el fin del vínculo, pero es un punto de no retorno en la cual el joven salió de un paradigma familiar y adopta uno propio. Donde, debido al estrés, sea del entorno familiar o el escolar o el social o todos o simplemente ninguno, se fuga. Puede ser una carrera. Un gusto personal. Una tribu urbana. El fugitivo, por su parte, es un individuo que está fuera de la ley y ha de ser capturado. Es un fallo que debe arreglarse. Pero tómese en cuenta algo: la ley no es necesariamente buena, es un reglamento bajo el cual los individuos dentro de una sociedad deben actuar. Es una convención y puede ser modificada con el tiempo. Un ladrón de hoy día refugiado en una localidad distinta que en la que vive, y un líder sindicalista del 1910 escondido en el sótano de uno de sus compañeros, son igual de fugitivos, solo que por distintas razones. Son errores que el sistema debe rectificar, a pesar de que el sistema sea estructuralmente malo. El liberalismo acartonado tiende a insistir en que el racismo, el machismo y el odio de clases fue un error del pasado. Pero no es así. La estructura era racista, era machista, era clasista. Para el liberalismo argentino de 1880 la campaña genocida contra los indios, la represión al gaucho y el white washing de la historia argentina no eran una contradicción: eran su justificativo. Así que contra eso, hay que ser rebelde. Hay que protestar. A pesar de que nos vuelva fugitivos.
Rocco Fregoti es un blogero recién salido de la secundaria. Graduado de la escuela secundaria ORT Almagro, cursa el profesorado de Filosofía de la UBA. Desde el 2015 escrribe en el blog Rojocomics, cuyo enfoque general es la historieta, y desde el 2018 en el blog LenguajePolítico, cuyo enfoque es la política. Cultor también de los videojuegos y la literatura.
Excelente texto! Una reseña muy interesante.