En esta sección le pedimos a alguien que elijan una obra, secuencia, portada o viñeta y presenten su mirada y el por qué de su elección. En esta ocasión, Brian Janchez elige Corto Maltés: Tango (y todo a media luz) de Hugo Pratt.
Pratt o la belleza de lo simple
Por Brian Janchez
Yo sé que todo lo que vaya a decir ahora está mal. Me vivo equivocando, pero les juro que es por una causa noble. Cuando tenía 14 años iba al taller de historieta de Pier Brito y Feliciano García Zechinn. Un sábado, antes de tomarme el subte, pase por el Parque Rivadavia y me compre un número de la revista Corto Maltés. Esa revista fue la primera vez que me cruce con Pratt.
Por aquella época, en el taller tenía que hacer dos páginas de historieta de Drácula y entintarlas con pincel. Básicamente ese era todo el ejercicio. Practicar entintado, luz, sombras, y alcanzar un nivel de paz interior superior (nunca le tuve paciencia al pincel). Le mostré la revista del Corto Maltés a Pier, me dijo que no podía haber mejor día para haberla comprado. “Fíjate donde pone sombra, de un lado hay luz, del otro no, ahí mancha con pincel”. Y para finalizar me dijo: “Pratt fue, es y será el mejor dibujante del mundo” (no sé si Pier sigue pensando eso, pero…). Me lo creí en ese momento, me lo creo ahora y me lo creeré hasta el último segundo que respire.
Hoy cuando doy taller de historieta, a mis alumnos les digo lo mismo y me miran con cara de “esto esta dibujado con y como el orto, Brian”. A partir de ese momento comienza mi momento de propaganda del dogma a Pratt y comienzo a explicarles que el dibujo de él es un dibujo rápido, urgente y que solo dibuja lo que necesita la historia. Podría lucirse más, pero su dibujo y el guion terminan trabajando como si escribiera dibujando y cuanto más rápido te cuente el cuento que quiere contar, más rápido va a pasar a contarte otro. La ansiedad de hacer historietas.
Pratt es la simplificación hecha dibujante. Pone el dibujo donde debería estar y no sobrecarga nunca la escena. Incluso trabajos como Tincoderoga, donde hay diferentes capas de lectura por el uso de la tinta aguada, el orden de jerarquía de la información es claro. Lo mismo pasa en los guiones: una escena la reduce a dos diálogos, un personaje lo define con un silencio. Mis dos escenas favoritas de toda las historietas que leí las hizo él y en el mismo libro: la escena de Baile y la pelea final de Tango (y todo a media luz) del Corto Maltés (1987).
Ambas me parecen increíbles porque utiliza el mismo recurso pero lo aplica de maneras totalmente distintas. En la primera, el Corto Maltés baila un tango y Pratt utiliza únicamente planos detalle (los ojos de la bailarina, el bretel, los pies moviéndose) con los cuales marca un ritmo y construye una escena llena de sensualidad y tensión sexual.
En la segunda, el corto Maltés se enfrenta a dos enemigos y nuevamente utiliza planos detalle. Todo es negro y lo poco de blanco es para mostrar un cuchillo, una frente empapada de sudor, empujones y sangre. Pura brutalidad.
Ambas escenas hechas por otros dibujantes, podrían haber sido motivo de otra espectacularidad artística. La de baile era una excusa perfecta para mostrar poses tangueras, la ropa de la época o incluso escenificar con mayor detalle arquitectónico el salón. Mientras que la de Pelea, como todas las escenas de pelea, podría haber sido una coreografía de golpes y cuchillazos a lo Kirby, George Pérez o Masashi Kishimoto. Pero no. La selección de una paleta de recursos narrativos acotada, no solo hermana dos escenas, sino que demuestra la amplificación de los valores expresivos de cada una.
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Brian Janchez (Buenos Aires, 1985) dibuja, escribe, edita, enseña y lee historieta. Desde su proyecto editorial, Ediciones Noviembre, ha publicado McKosher, Shloishim y El Sabio de Sión (republicados en un volumen integral en 2015), Majo la chica que lee la mente (2016) y Topati ¡Un monstruo que no puede asustar! (2016), entre otras cosas. Su trabajo se puede consultar en su blog brianjanchez.blogspot.com
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