En esta sección le pedimos a alguien que elijan una obra, secuencia, portada o viñeta y presenten su mirada y el por qué de su elección. En esta ocasión, Quique Alcatena elige “Crisis en Tierra Uno”, una aventura de la Justice League of America de Gardner Fox y Mike Sekowsky.
EL jardín de las tierras paralelas que se bifurcan
Por Quique Alcatena
Renuncio a toda objetividad crítica. Dejo de lado juicios técnicos y análisis sesudos del lenguaje historietístico evidenciado en el cómic que hoy nos ocupa. Ni siquiera voy a dar rienda suelta a mi endémica pasión por los guionistas y artistas de la Silver Age, en este caso, Gardner Fox y Mike Sekowsky. Este modesto ensayo es una confesión de amor, la crónica de una epifanía de entrecasa, y de un descubrimiento.
Las imágenes que acompañan estas palabras están escaneadas de un libro que recopila las primeras historias de la Justice League of America; más precisamente, corresponden al número 21 de esa colección, publicada en agosto del ‘63. Ahora bien, no fue ésa, en inglés, la primera versión de la historia que leí. Ésta fue la de Editorial Novaro, que compré a los siete años, en un kiosco de la Avenida Díaz Vélez frente al Instituto Pasteur. El kiosco aún está ahí, pero las revistas de historieta no.
¿Debo aclarar que ya era yo un fanático del medio, y particularmente del género de superhéroes? Recuerdo la agridulce obligación de decidirse por un título en vez de otro (uno no podía comprarse TODO…). Era Superman o Batman, Tarzán o Domingos Alegres. Por eso había muchos huecos en mi incipiente colección – una pilita de revistas – que leía una y otra vez. En el caso de “Crisis en Tierra Uno”, no hubo duda. Se destacaba entre las demás revistas del escaparate. La tapa era mágica, irresistible. Y la historia que aguardaba adentro también.
Medianamente, ya contaba yo con cierto conocimiento del universo superheroico, desde la Zona Fantasma donde aún acechan las ectoplásmicas sombras de los convictos kryptonianos a la notable capacidad que tenía Zook, el ayudante extraterrestre del Detective Marciano, de aplanar su cuerpo para colarse por una estrecha ranura de buzón en la cueva que era el cuartel de J’onn J’onnz; desde el Capitán Frío que cometía crímenes para conquistar el amor de Iris West a la infame traición de ese ángel caído, Siniestro. Pero fue leer “Crisis…” y asomarme a un universo de aventuras en cuadritos que se ensanchó vertiginosamente antes de haber terminado la tercera página.
Y ahí es cuando se produce esa epifanía infantil cuyos ecos llegan hasta el casi sexagenario que hoy escribe esto. Ahí es cuando descubro que sólo conocía la punta del iceberg, los arrabales de ese orbe de historias a las que apenas me había asomado. En esas épocas más simples, cuando todo era más austero, más a escala humana, cuando todavía estábamos a salvo del aluvión de información que la tecnología virtual nos ha deparado, y que apenas podemos procesar, había mucho terreno aun por explorar y cartografiar. Y por eso abríamos los ojos maravillados cuando mirábamos ESA tapa: a los héroes sentados alrededor de la esfera de adivino en la mesa más o menos los conocíamos… ¡¿pero quiénes eran ésos que surgían de la nube mística?!
El pibe de siete años no tenía manera de saber que se trataba de viejos personajes de los ‘40, astuta, brillantemente resucitados para una nueva generación de lectores. Y aún más: eran “los Campeones de la Justicia” de Tierra Dos, un mundo paralelo al nuestro (Tierra Uno), del que nos separaba una sutil vibración dimensional… Y ya en la segunda página de la historia nos enterábamos de que los héroes de Tierra Dos ( ¡entre los que se encontraban otro Flash, otro Linterna Verde, otro Átomo, y sugestivos y misteriosos paladines como Doctor Fate y Hourman!… Demasiado…) volvían de su retiro para reanudar su batalla contra el crimen. Era entonces cuando caíamos en la cuenta de que había muchas, muchas historias que aun desconocíamos, historias que habían sido alguna vez contadas, y que desfallecíamos por recuperar.
Nos asomábamos a una verdadera mitología: tal vez ramplona e ingenua, pero tan compleja y subyugante como los ciclos míticos de los clásicos, el Oriente o el norte de Europa. Epopeyas a cuatro colores, sin los excesos, crueldades y sombras de los mitos ancestrales, pero igualmente emocionantes y dramáticos. “Crisis en Tierra Uno” fue para mí un hito, la demostración de que la historieta podía ser una entrañable y potente defensa de la imaginación. Gloria y loor para Fox y Sekowsky, por supuesto, como corresponde; aunque seguramente, trabajadores de la máquina de escribir y del tablero como eran, no fueran conscientes de lo que su labor había despertado en mí y seguramente en tantos otros lectores. Para ellos, quizá, sólo se trató de un trabajo más para facturar a fin de mes. Pero la obra, por suerte, y como siempre debe ser, trasciende al autor.
[slider]
[slider_item]
[/slider_item]
[slider_item]
[/slider_item]
[/slider]
Enrique “Quique” Alcatena (Buenos Aires, 1957) es dibujante e ilustrador. Comenzó su carrera a mediados de los 70s colaborando como ayudante de Julio César “Chiche” Medrano para la Editorial Récord. En 1976, publicaría su primera trabajo, Bushido (1976) para Pif Paf. Junto al guionista Ricardo Barreiro publicaría a fines de los 80s en la revista Skorpio La Fortaleza Móvil, El Mago y Mundo Subterráneo. Sin duda sus obras más reconocidas son las producidas junto al guionista Eduardo Mazzitelli, tales como Acero Líquido, Metallum Terra, Barlovento, Hexmoor, entre muchas otras. Fanático y profundo conocedor del cómic norteamericano, especialmente de la Silver Age, ha tenido la posibilidad de trabajar para el cómic mainstream de los Estados Unidos como entintador y dibujante: en Marvel (Conan el Bárbaro, What if?) y en DC Comics (Hawkworld, Batman, Flash, Green Lantern). Sus relatos suelen estar fuertemente imbuidos en las diferentes tradiciones mitológicas y folklóricas del mundo, y su trazo es rápidamente reconocible dentro por su refinamiento sumado a una gran predilección por lo fantástico.
Genio_Quique!
[…] les comparto un ensayo escrito recientemente por Quique Alcatena y publicado en la prestigiosa web de la Revista Kamandi, […]