Paula Sosa Holt (Buenos Aires, 1986) es editora, ilustradora y dibujante. Se formó con Mariano Díaz Prieto en su taller El Gato Verde. También estudió junto a PowerPaola y en el centro Sótano Blanco. Junto a Antolín, es fundadora de Estudio Rocoso y miembro del colectivo Mal Flash. Sus tiras Pip y Pep y Vainilla Kids le han granjeado una buena cantidad de seguidorxs y admiradorxs. Nos juntamos con Paula para hablar de sus comienzos, sus gustos, sus reflexiones sobre el devenir historietista, su contribución al movimiento feminista y los proyectos a futuro.
PT: Empecemos por donde solemos empezar: ¿Cómo comenzaste a ser historietista?
PSH: Mi relación con la historieta comenzó por el dibujo. Cuando era chica, tenía una idea medio utópica de ser ilustradora de tapas de libros. Es algo que me gusta mucho. De hecho, lo hice últimamente con libros de poesía. Me gusta la idea de resumir los conceptos de lo que un libro es en una imagen. Después descubrí la ilustración infantil, estudié en Sótano Blanco y me re copé, nunca me desprendí de eso.
PT: ¿Alrededor de qué año fue eso?
PSH: En el 2011. Estuve varios años yendo al taller y haciendo cursos. En la facultad también cursé alguna materia sobre literatura infantil, estaba muy metida con el tema. Hay un posgrado en la UNSAM[1], me quedé con ganas de hacerlo, pero nunca terminé la carrera de Edición.
AG: ¿Trabajaste como ilustradora infantil antes de hacer historieta?
PSH: No como trabajo pago. Empecé a hacer historieta, y a partir de ahí me empezaron a llamar para hacer ilustración infantil.
AG: ¿Cuál fue tu primer trabajo en historieta?
PSH: Mientras estudiaba ilustración infantil, no sé por qué, paralelamente empecé a estudiar historieta con Mariano Díaz Prieto, en su taller que se llama El Gato Verde. Él me propuso que hiciera una tira por día, y me di cuenta que me resultaba bastante fácil. Tomaba diálogos cotidianos y los resolvía. También me anoté en el taller de Powerpaola, sobre historieta autobiográfica. Cuando le mostré todo lo que tenía hecho, me preguntó por qué no lo subía a algún lado. Yo no estaba muy segura. Su consejo fue que empezara a mostrarlo y lo hice desde mi cuenta de Instagram. Es que, al principio, era exponerse y eso me asustaba un poco.
AG: ¿Eso fue con Pip y Pep?
PSH: No, esa serie empezó así desde el principio. Lo pensé como una tira con esas características, con guiones pensados para eso. Todo lo que había hecho antes era un ensayo para lo que iba a ser Pip y Pep.
PT: Hasta ese entonces ¿cómo era tu relación previa con la historieta? ¿Eras lectora?
PSH: No soy tan lectora de historieta, siempre me resultó un poco caro…Leí bastante en digital, pero a mí me gustan los libros, me gusta tener muchos libros. Infantiles tengo un montón.
AG: Y los libros infantiles son caros…
PSH: En aquel momento no tanto, porque tenía el contacto con una amiga en el Parque Rivadavia que me conseguía los libros infantiles a mitad de precio. Y en ese momento estaba Cristina [risas]. Me compraba cuatro libros por fin de semana, incluso algunos que tal vez no me gustaban tanto, pero estudiaba las técnicas, me interesaba en sí la literatura infantil. Ése es más mi palo; cuando me preguntan sobre influencias de la historieta nunca sé qué decir. Si bien me gusta consumirla, no siento que influya directamente sobre mi trabajo. Tengo más influencia del cine, sobre todo del género mumblecore, conceptualmente hablando.[2] Me gusta los diálogos que tienen, que por lo general son improvisados, y la idea de lo cotidiano.
AG: Entonces fue a partir de que empezaste a subir tus dibujos a Instagram que te comenzaron a llegar ofrecimientos.
PSH: Claro, porque al mismo tiempo que subía mis historietas, subía dibujos infantiles porque seguía estudiando ilustración infantil.
PT: ¿Hiciste fanzines?
PSH: Hice uno que se llama Yo solo quería mirar las estrellas, una historia con animalitos deprimidos [risas]. Es un poema mío fraccionado en ocho dibujos. Hace rato que me gusta ese concepto, el de animales con depresión, y me gusta escribir poemas. Santiago Kahn [editor de Maten al Mensajero] vio mi trabajo y me ofreció hacer EPA. Escuela Pública de Animales (2017, con guion de Malena Fainsod).
“El consejo de PowerPaola fue que empezara a mostrarlo y lo hice desde mi cuenta de Instagram. Es que, al principio, era exponerse y eso me asustaba un poco”
AG: ¿Es el único fanzine que hiciste?
PSH: No, hice más fanzines ¡¿no viste mis fanzines?! [risas]
AG: No, eso me llamaba la atención. Lo primero que vi de tu trabajo fue Pip y Pep, que venía con mucha anticipación. Yo no sabía quién eras ni de dónde venías, pero veía que tenías tu trayectoria y tus seguidores.
PSH: Con Antolín [Andrés Olgiatti] hicimos uno sobre Rocky [2015], la idea era hacer un fanzine por película pero al final hicimos uno solo [risas]. Tomamos frases de la película que nos gustaban, y cada uno hizo tres dibujos. Es interesante porque cada uno hizo su recorte de la historia. También hice otro fanzine sobre Lisa Simpson, que se llama La depresión de Lisa [2016], tomando como referencia escenas de diferentes capítulos, comenzando por uno de la primera temporada donde Lisa está deprimida (“Moaning Lisa”), y eso es lo que disparó la idea. Son cuatro ilustraciones de Lisa, con referencias a películas o a otras cosas como Los excéntricos Tenembaums, Franny y Zooey, Melancholia y el cuadro Ofelia, de [John Everett] Millaes. También hice otro que se llama Ouija (2015) que en realidad era una historieta que ya había hecho y la adapté al formato fanzine.
AG: Yo quería preguntarte sobre por qué utilizás animales antropomorfos para tus historias.
PSH: Recién estaba pensando justamente en eso…Cuando iba al taller de Díaz Prieto, mis tiras diarias eran con personas, pero yo no me sentía cómoda con eso. No sé por qué. No me convencía el dibujo, la anatomía…no estaba convencida con lo que estaba haciendo desde lo gráfico. Un día se me ocurrió hacer a los personajes no humanos, los hice como perritos. Y me sentí mucho más cómoda. Creo que eso fue lo que me dio el envión para seguir haciéndolo. No me siento cómoda con el realismo.
PT: ¿Cómo fue tu entrada y tu conexión con el circuito de los fanzines y de la historieta?
PSH: A fines de 2014 conocí a dos chicas – Titihoon y Ericka Coello – con las que decidimos hacer un grupo de dibujo que se juntaba una vez por semana al que llamamos Dibujo Party. Ericka se fue del país antes de participar pero el grupo quedo armado. Eso me sirvió como acercamiento a los fanzines, porque estando sola es más difícil animarse a entrar. Y estuvo bueno, de pronto éramos doce personas que se juntaban todos los martes y hacíamos fanzines, organizamos una muestra y así nos fuimos metiendo en ese mundo. Después el grupo se disolvió, pero cada uno quedó metido en el ambiente.
“Un día se me ocurrió hacer a los personajes no humanos. Y me sentí mucho más cómoda. No me siento cómoda con el realismo”
AG: Comenzaste de grande a hacer historieta, digamos.
PSH: Sí, exacto.
AG: ¿Y cómo surgió lo de Pip y Pep?
PSH: Yo ya tenía subidas unas 40 tiras de Pip y Pep, y Santiago Kahn me escribió diciéndome que le gustaría sacar un libro con todo eso. Yo tenía armado guiones para más historias, a él le gustó lo que le mostré y me dio el OK. Después hubo algunas tiras que no quedaron para el libro, porque funcionaban mejor en internet, organizamos el material y se publicó. Unos meses después de eso salió EPA, y después salió Vainilla Kids (2018). Yo creo que Pip y Pep era algo que necesitaba hacer, no podía evitarlo. Tenía muchos guiones y dibujar no es algo que me preocupe, lo resuelvo rápido. Casi todos los días subía una tira a internet, eso también me daba algo de adrenalina para hacerlo. Ahora ya me calmé, porque no está bueno. Te enviciás con el like [risas].
PT: ¿Vos arrancaste directamente con las redes sociales o tenías blog antes de eso?
PSH: Hace varios años tenía un blog donde subía dibujitos, pero lo dejé de usar. En ese momento no iba a ningún taller, solo me gustaba dibujar, siempre me gustó. Tengo una cuenta de Facebook, pero nunca la usé mucho. Trabajo con la cuenta de Instagram.
PT: Y de Pip y Pep saltaste a Vainilla Kids ¿cómo fue eso?
PSH: Sentí que era un avance. En Pip y Pep me propuse resolver todo en un solo cuadro y no más que eso. Está bueno ponerse esa estructura y respetarla. Cuando me invitaron de Fan, el programa (un programa de radio dirigido por Hernán Panessi, donde suben una historieta por día a su página de FB) para hacer una tira, si bien no me pagaban lo tomé como un desafío: todos los jueves tenía que tener lista una tira. En un viaje a Villa Gesell resolví la idea y los personajes. Me propuse contar las historias en cuatro cuadros, y de vez en cuando hacer un solo cuadro, tratando de manera más introspectiva cada personaje.
PT: ¿Siempre laburás con guion?
PSH: Sí. En realidad, escribo una idea más que un guion. Tengo una aplicación que llevo conmigo para anotar ideas. Después reviso lo que tengo, y voy amoldando esas ideas, les voy dando forma. A veces escribo cosas que no se entienden [risas].
PT: ¿Incluís los diálogos en esas notas? ¿O los diálogos vienen después?
PSH: Depende, a veces anoto un diálogo, a veces una imagen, o solo una frase o un remate al que le tengo que buscar un camino de cómo llegar. Eso es lo que más me divierte. Igual últimamente estoy media peleada con la idea del remate, quiero escaparle un poco. En Vainilla Kids usé bastante ese recurso, y como eso ya terminó quiero pasar a otra cosa. Mi propósito ahora es escribir una tira por día, no llegué a terminarlas, pero tengo los guiones. Son ideas que quizás no van a ningún lado, aunque siguen en el mismo registro gráfico. Siento que es un ejercicio para volver a dibujar, porque con las otras tiras llega un momento donde a los personajes los dibujo de memoria.
AG: Es interesante porque parece como si fueras complejizando tu propio proceso creativo.
PSH: Al principio, pensé que la nueva tira fuera de seis [risas]. Pero finalmente me quedé con cuatro. Para hacer seis escribo una novela, que es lo que quiero hacer. Quiero planear la historia primero como un guion completo. Es bastante complicado, yo necesito aprovechar mis impulsos. Si tengo una idea, necesito hacerla. Pero ya voy a llegar… me interesa hablar de relaciones y particularmente estoy pensando en la deconstrucción del amor romántico, me gustaría, por ejemplo, hacer una novela sobre el poliamor.
AG: Eso es algo que solemos discutir bastante con Pablo y con la gente en el taller de lectura de historieta: cada vez que leemos a historietistas nuevas o nuevos – particularmente de Argentina – muchas veces nos queda la sensación de que se trata de gente que tuvo un conjunto de ideas y las llevó a la práctica muy rápido, la novela gráfica termina siendo un menjunje de cosas, no tiene una temática unificadora, no hay un conflicto fuerte…Son historias a las que le falta un golpe de horno.
PSH: Me parece que esas historietas no pueden considerarse como novelas gráficas, son ejercicios de historieta. Y yo quiero hacer una novela gráfica. Si se tiene un concepto amplio de “novela gráfica”, Vainilla Kids puede funcionar de esa manera. Hay una narrativa, la pensé como una sitcom: cada tira funciona individualmente, pero si vos leés el libro, hay una linealidad que se va desarrollando.
PT: El ritmo de una tira periódica te permite jugar con cuestiones coyunturales, mientras que en una novela eso ya es más complicado. Por ejemplo, cuando vos pusiste el reclamo por Santiago Maldonado, se trataba de algo urgente. En una historia más larga, poner eso implica mantener una distancia con los hechos.
PSH: Justamente, a esa tira no la pusimos en el libro. Lo que pasó con esa tira es que salía los jueves, y el miércoles previo salió una noticia sobre Santiago y sentí que no podía hacer un chiste. Entonces hice eso. Últimamente me cuesta hacer humor, no está para chistes.
PT: Me parece que es algo que sucede con el humor: a veces es necesario un nivel de ironía y de sátira para enfrentarte a cosas horribles, pero también termina siendo medio conservador. Corrés el riesgo de acostumbrarte, pero bueno es inevitable. Otra cosa es el compromiso a través del humor. Por ejemplo, vos hiciste que la chica de Vainilla Kids usara un pañuelo verde.
PSH: Sí, y me arrepentí de no haberlo vuelto a hacer. Tendría que haber aparecido más…
AG: ¿Vos participaste de [el colectivo de dibujantes feministas] Línea Peluda, no?
PSH: Sí, pero me terminé yendo porque me abrumaban la cantidad de mensajes al celular todo el tiempo…no pude manejarlo y me fui. Decidí seguir militando desde mi lugar, por mi cuenta.
AH: ¿Qué es lo que te interesa de las relaciones humanas, que es lo que se ve en tu trabajo? La amistad, la relación de pareja…
PSH: Yo creo que las relaciones me interesan porque uno trabajo con lo que tiene a mano, y cuando me interesa le presto mucha atención. Cuando estaba haciendo Pip y Pep, los diálogos con mi pareja me daban mucho material. Después empecé a prestarle más atención al diálogo con los amigos, y así. El material que saco depende de a qué le presto atención.
“Últimamente me cuesta hacer humor, no está para chistes”
AG: ¿Vos dirías que sos optimista o pesimista respecto a las relaciones con otras personas?
PSH: [Piensa] No sé si se puede responder eso… ¿qué es ser optimista con una relación?
AG: Hay gente a la que le gusta la gente, y a la que le gusta estar rodeada de gente y otra a la que no. Tus tiras me dan la sensación de que sos una persona muy sociable.
PSH: A mí me gusta el uno a uno. Me siento muy incómoda en las situaciones grupales, siento que no me termino de relajar nunca. Por eso me gustan los diálogos de pareja, porque ahí sí siento que soy yo.
PT: Y también están los animales, como en Vainilla Kids donde el gato actúa como intermediario entre los dos humanos.
PSH: Eso trato de explicármelo y todavía no lo entiendo. No sé qué me pasa con los animales antropomórficos. Tengo dos gatos y los amo… Por eso Mugre es humano, pero es un gato y tiene conductas de gato. De hecho, hablando de gatos, ahora participo en la muestra anti-Gaturro [Caturro], aunque no me gusta mucho el concepto de la muestra. No soy fan del consumo irónico ni del humor bizarro, pero acepté porque me parece copado el lugar y la gente que lo organiza y participa.
AG: Me parece interesante el concepto, después hay que ver qué sale. No es nada nuevo, ya lo hicieron los situacionistas hace 50 años. Pero para una muestra, una vez, en diciembre…no me parece que esté mal.
PSH: ¡En diciembre vale todo! [risas]
AG: Cuando nosotros publicamos esa nota sobre Nik en Kamandi, partíamos de una cuestión y es que Nik es como el elefante en la habitación: ocupa un enorme espacio dentro de lo que es la historieta, para un montón de personas. Y nadie habla de él, nadie se lo toma en serio. Tampoco te digo que investiguemos a Nik, pero hay que pensar también sobre las cosas que no nos gustan y por qué no nos gustan. De otra manera, la historieta terminamos siendo todos nosotros en círculo sobándonos el lomo el uno al otro diciendo ”¡Qué lindo lo que hacés!”.
PSH: Yo pienso mucho en lo que no me gusta. De hecho, hace un par de días, Justo imaginé un canal de Youtube en el que se muestren errores o lugares comunes de la historieta, sin querer mandar al frente a nadie. Leo muchos diálogos mal ubicados: se lee primero lo que debería ser segundo ¡eso es básico! O corporizar emociones ¡A eso ya lo hizo Liniers en 2003! Y además le ponen un cartelito indicando de qué sentimiento se trata…por lo menos dejame interpretar a mí que eso es la ansiedad. Fantaseo con hacer algo con así, pero me odiarían. Tendría que hacerlo con un pseudónimo [risas]
AG: ¿Ya no hacés más Vainilla Kids?
PSH: No, ya está. Siento que el objetivo era mostrar una evolución en los personajes, ya terminó la historia. Seguir con eso sería desarrollar algo más, que los personajes se trasladaran a otro lado…pero hacer chistes por hacer chistes no me interesa.
AG: ¿Y no te interesa hacer una historieta de aventuras? Algo que no necesariamente sean chistes.
PSH: Abrí una puerta con la historia que hice para [la compilación] Destrucción (Clan de Fomento, 2018). Me interesa hacer una historieta sobre dos chicas que viajen en un contexto postapocalíptico, con situaciones a las que se tengan que enfrentar y que en el medio haya diálogos existencialistas.
AG: Hablábamos antes de la adicción a las redes sociales y al me gusta. Yo siento que vos sos un producto de las redes, es tu ecosistema. ¿Cómo lidiás con la atención y también con el escarnio, con estar expuesta?
PSH: Me genera ansiedad. Solo me trollearon una vez cuando subí un dibujo de [la actriz y militante feminista] Dolores Fonzi. Ese dibujo tuvo muchos likes, y hubo una mujer pro-vida que etiquetó a todas sus amigas para que me vinieran a putear. Pero más allá de eso, no me han molestado. También creo que es porque no soy tan jugada con los temas…
AG: ¿Qué es lo que te genera ansiedad?
PSH: Ahora siento que ya lo superé un poco, pero cuando publicaba todos los días era estar pendiente de cómo iban las publicaciones. Como ya no publico tan seguido, me relajé. Creo que todos estamos un poco ansiosos por culpa del teléfono. Hay que tomar medidas para controlarse, y es muy fuerte tener que llegar a eso.
AG: ¿Cómo es tu posición política como autora de historietas?
PSH: Ahora empecé a hacer unas tiras que considero son feministas, pero hasta hace poco sentía que, si bien yo soy feminista, no estaba tratando el tema. Siempre me pareció más importante que hubiera una historia y que el tema se tocara pero que no fuera el centro de la cuestión, que hubiera algo más que solo el tema. Hacer un panfleto feminista en historieta no me interesa.
Me convocaron para una publicación, Femiñetas, está dirigido por una chica de Rosario [Florencia Coll] que vive en Barcelona y que como parte de su tesis [en Comunicación Social] hizo un diario feminista. Se distribuye acá y allá. En el primer número salió un cuadro de Vainilla Kids, y para el siguiente ya armé otra cosa pensando en el diario. Eso me disparó comenzar a hacer tiras tratando temas como los celos y la deconstrucción de los celos. La idea es que cada tira hable de una cuestión a deconstruir, y que sea accesible para todo el mundo. Para eso me parece clave hablar en primera persona, en vez de andar señalando con el dedito.
“Ahora empecé a hacer unas tiras que considero son feministas, pero hasta hace poco sentía que, si bien yo soy feminista, no estaba tratando el tema”
PT: Me parece muy interesante lo que decís, porque el problema es cómo escaparle a lo más obvio, que también es lo más fácil de hacer y de decir. Sobre todo, teniendo en cuenta que eso sale en redes sociales, con lo cual te arriesgás a estar buscando el like fácil.
PSH: Me parece que hay una fórmula que se usa mucho y que consiste en poner a un machirulo diciendo algo, y alguien sale a corregirlo. Eso sirve para llegar un público más grande, pero yo no sé si eso es lo que quiero…yo quiero decir algo que me guste a mí. Pero no puedo hacer algo con lo que no me sienta cómoda, necesito que para mí, además, sea algo bueno.
[1] Universidad Nacional de San Martín.
[2] El género mumblecore es un género independiente norteamericano que se caracteriza por diálogos y situaciones poco guionadas o improvisada, escenarios naturalistas y actores y actrices no profesionales.