Por Kevin Tanza
“Entonces déjeme decirle: estar en la presencia del mal es estar completamente ofendido y absolutamente asustado. Es un asalto del que uno no se recupera completamente. Y hablando de manera abstracta, ver el mal es perder. Porque ver el mal es saber que existe. He visto el mal. Peleo contra él. Pero es una guerra que nunca ganaré.”
Superman
Superman, Kal-El, Clark Kent, el Hombre de Acero, el Hombre del Mañana, el último hijo de Kriptón… tantos nombres y tantas caras, pero todas tan reales e inherentes al hombre que está envuelto en una eterna discordia.
A pesar de tener una historia y personalidad bastante marcadas y un abanico de habilidades que lo hacen inmensamente poderoso ante casi cualquier obstáculo, Superman ha demostrado ser, contrario a la opinión popular, un personaje mucho más flexible en cuanto a lo que cada escritor ha hecho con él. Esto es algo que se demostró la última década, con escritores como Grant Morrison, Geoff Johns o Brian Michael Bendis, entre muchos otros, y lo que han hecho con el Hombre de Acero, mostrándolo en nuevas facetas y situaciones. Esto se debe, quizás, al hecho de que el personaje tal vez ya no sea tan popular como una vez fue.
Buenas y malas historias de Superman podemos encontrar en abundancia en toda su trayectoria en los cómics de superhéroes, pero hay muy pocas que hagan una introspección tan fascinante y carente de añoranza como For Tomorrow de Brian Azzarello y Jim Lee.
Esta historia encuentra a Superman lidiando con las secuelas de un evento que ocurrió un año atrás y que hizo desaparecer a miles de personas en todo el mundo, incluyendo a su esposa, Lois Lane. En busca de respuestas, se encuentra con un sacerdote llamado Leone, quien está lidiando con un cáncer terminal, y ambos comparten conversaciones acerca del estado de la humanidad, el rol de Superman al ayudarlos, algunas de las inseguridades y temores más profundos del Hombre de Acero.
Azzarello no es un escritor nostálgico y su trayectoria lo demuestra; su trabajo con Wonder Woman en The New 52 –tal vez uno de los mejores cómics que salieron de ese reboot de DC- o el 100 Bullets de la línea de Vertigo muestran su capacidad para tomar ciertos conceptos y profundizarlos, renovarlos e incluso llevarlos a lugares oscuros y nihilistas impensados. Estamos hablando de un escritor que es considerado demasiado cínico para escribir Batman. Es por esto que es extraño y al mismo tiempo interesante que Azzarello tome el título del Hombre de Acero, aunque sea para una sola historia.
Superman es la representación misma del superhéroe; el concepto nació con él y es el referente mundial en todo tipo de culturas del idealismo, la moralidad y la excelencia individual. Darle un personaje como Superman, con todo lo que eso significa, a un escritor que no tiene apegos nostálgicos ni ataduras artísticas a lo que ha sido Clark Kent es una idea que podía tener resultados positivos o negativos, pero que definitivamente no iba a ser “otra historia de Superman”.
Y he de decir que la historia en sí se queda en tu memoria; es un relato en donde podemos contemplar al héroe más famoso de DC desde una óptica diferente, alienándolo del resto de la humanidad, pero al mismo tiempo mostrándose más real y defectuoso que nunca. Mucho se ha dicho acerca de que Superman es un personaje complicado de escribir y que su sentido de moralidad es “anticuado”; Azzarello toma esta noción y hace lo que mejor sabe hacer: lo que se le antoja.
Por supuesto, uno de los mayores atractivos de esta historia para el que no está familiarizado con ella y su trama es el arte de Jim Lee, el cual no decepciona. Lee es uno de los más grandes artistas en la historia de este género del cómic debido a su capacidad de mezclar detalles con escenas memorables y su trabajo aquí es tan bueno como el que hizo en Hush de Batman; tal vez prefiero los matices de colores y estilos aplicados en la historia del héroe de Gotham, pero aquí se encarga de darle vida, energía y detalle a la trama de Azzarello de una manera contrastante: el arte de Lee es llamativo y explosivo mientras que grandes partes de la historia es reflexiva e introspectiva; genera un choque de estilos que termina siendo impactante. El dibujante de origen coreano es un artista que tiene un gran ojo para la página, sabedor de cómo hacer arte que se queda en nuestra mente; con Jim Lee cada escena gana una cierta estética grandilocuente y épica, pero con suficiente sustancia para perdurar con el paso del tiempo.
For Tomorrow es un análisis exhaustivo de la faceta de superhéroe de Superman; una introspección profunda de un individuo con los poderes de un dios y que dedica su vida a proteger a la humanidad. Azzarello toma un elemento que es intrínseco al personaje de Clark Kent y lo lleva al primer plano: su condición alienígena y alguien inherentemente diferente al resto de nosotros.
Superman no es solamente sus súper poderes y su capacidad de salvar el día; es el producto de otro mundo, de otro contexto. Para la gran mayoría de los escritores, la crianza de Clark por parte de Jonathan y Martha Kent es un elemento esencial para comprenderlo, y mucho de esto tiene que ver con la reinvención de John Byrne en la miniserie Man of Steel de 1986: sus valores morales, su comportamiento y su percepción del mundo, de la vida y de las personas son profundamente humanos, convirtiéndose en la razón por cual porta la capa y vuela para salvar el mundo todos los días.
En el caso del Superman de Azzarello, su motivación para ayudar a las personas sigue siendo la misma (“¿Por qué hacerlo si no es por amor?” le dice el padre en el número 206), pero el proceder y el porte del kryptoniano no es el mismo al que estamos acostumbrados. Éste es un Superman amenazante, que no duda desarmar a todo un país en rebelión, que presume de su poder como un dios enfurecido y que incluso en sus palabras y términos se distancia de la humanidad (“Mi nombre es Kal-El”, le dice a Batman en el número 210, tras haber humillado al Caballero Oscuro de una manera poco característica).
Esto es un enfoque alejó a muchos aficionados del personaje; se puede argumentar que de manera justificada; una de las características principales de Clark es la crianza de sus padres adoptivos y cómo sus experiencias en la Tierra lo han convertido en uno de nosotros; es la clásica historia del éxito del inmigrante, tan engranada en la cultura norteamericana. Pero Azzarello da un giro interesante con For Tomorrow y nos lo presenta más alien y ajeno a nosotros que nunca, como en aquellas historias de los 60s y 70s, pero con el cinismo y el toque moderno que su pluma ofrece.
Uno de los aspectos más importantes y que me parecen de los más fructíferos de esta historia es el personaje del padre Daniel Leone, un cura que está muriendo de cáncer y sufriendo una crisis de fe. Leone se convierte en el confidente de Superman durante la primera parte de la historia.
Leone funciona como personaje porque en un par de páginas Azzarello logra que nos interesemos en él y en sus cuestiones morales; es un contrapeso fascinante a la perspectiva de Superman: un hombre movido por la fe, reflejo del propio Kal-El, quien siempre ha abogado por lo mejor de la humanidad, producto de su propia fe en nosotros. Sus conversaciones y reflexiones son el punto más alto de la historia, muchas veces derivando en conclusiones bastante solemnes y claras de lo que Superman representa como un símbolo, cómo el bien y el mal son una parte inherente del hombre y porqué seguimos creyendo en Dios o en un poder superior. Es un elemento que eleva esta historia y le da un valor especial.
Lo que evita que For Tomorrow sea una historia icónica de Superman, es que es un completo desastre en cuanto a estructura. Un desastre lleno de grandes ideas, hay que decirlo.
Uno de los principales problemas de esta historia es que hay muchos elementos que sobran y que simplemente distorsionan la fluidez de la trama; un ejemplo claro de esto son las escenas con miembros de la Justice League que aparecen en un par de escenas y luego desaparecen por el resto de la historia (el Green Lantern Kyle Rayner en el espacio, Aquaman extrañamente molesto en los mares, la discusión entre Superman y Batman en Gotham, la batalla entre Superman y Wonder Woman en la Fortaleza de la Soledad). Lo mismo con la aparición de los seres elementales, que se enfrentan brevemente con Superman. Todos estos eventos no tienen mucha relevancia y no hacen progresar a la trama; pareciera que fueron agregados a la historia para que Jim Lee pudiera dibujarlos. Son escenas y momentos interesantes que podrían funcionar en historias individuales, pero que no se entrelazan de manera coherente.
El último tercio de la trama, en donde se descubre que Superman creó una realidad alterna en la Zona Fantasma para proteger a Lois y a muchos otros humanos, es también un fallo en For Tomorrow. Si bien es cierto que continúa con el concepto del Superman alien –la prueba está en que los padres robots que están cuidando a Lois son sus padres kryptonianos, no Martha y Jonathan Kent; también hay un robot de Clark Kent, que es la única ocasión que el alter ego hace acto de presencia en la historia, enfatizando aún más esa dicotomía-, es aquí donde se llevan a cabo los experimentos a Leone por la organización criminal que desempeñó un rol en las sombras durante los dos primeros tercios de la historia –pasaje innecesario y que daña a un personaje que fue de lo más sólido de la trama por ninguna razón lógica- y en donde se presenta a una de las tantas encarnaciones del General Zod sin ningún tipo de presagio o preparación, restándole importancia y magnitud al desenlace.
No me malinterpreten; comprendo el rol que tiene Zod en la historia de Azzarello: si For Tomorrow nos presenta a un Kal-El más alien y ajeno al resto de la humanidad que nunca, entonces Zod, tal como en la película Man of Steel de Zack Snyder, es un reflejo oscuro del propio Superman. Kal-El es un inmigrante; Zod es un conquistador. Ambos perdieron a su mundo natal, pero uno halló su lugar en el universo siendo criado por otra raza mientras que el otro solo conoce los modos de su planeta y busca imponer su voluntad. Zod es lo que Kal-El pudo haber sido de haber vivido en Kriptón y Azzarello lo deja en claro en su lucha en esta realidad moribunda. Pero el modo en que es presentado le resta impacto y no hay tanta inversión emocional en lo que sucede.
La realidad alternativa creada por Superman hubiera sido un concepto muy bueno para explorar en una historia solamente enfocada en ello porque da un giro serio y moderno a algo que hubiera salido de un cómic del Hombre de Acero de la Edad de Oro o de Plata, tomando como temática lo que el fracaso de su padre biológico, Jor-El, al no salvar a Kriptón, significó para Kal-El.
En una de las muchas ideas y conceptos interesantes que presenta esta historia: la destrucción de Kriptón como una sombra que cubre la vida y accionar de Superman, redefiniendo el mayor fracaso del brillante científico Jor-El como el germen necesario para el nacimiento de su hijo como Superman:
“Todo lo que soy, fui y que aún seré se debe a un final. ¿Entonces por qué he pasado toda mi vida haciendo todo en mi poder, que es increíble incluso para mí, para evitar finales?” (Superman número 215)
En esas líneas Azzarello pone en pocas palabras la poderosa ironía que subyace al hecho de que el mayor protector de este mundo haya surgido de uno que no pudo ser salvado. Y los pecados de su padre pesan sobre él, llevándolo a crear una realidad donde pudiera existir la paz que Clark tanto añoraba para la Tierra y en donde él, Superman, pudiera cumplir su mayor deseo: ser irrelevante.
Es aquí donde el personaje de Zod juega otro aspecto simbólico que funciona en varios niveles: Zod representa la maldad en el mundo; es la serpiente que repta en el Jardín del Edén, la podredumbre en el corazón. Tal como Kriptón no quiso ser salvado, la Tierra no puede ser salvada si así no lo desea; el conflicto es parte de la naturaleza humana y es ahí cuando For Tomorrow funciona mejor que nunca: sugiriendo que tal vez no existe algo como el paraíso terrenal, pero sí existen personas y valores por los que pelear; que es a través de las pérdidas y las derrotas que podemos valorar y apreciar las victorias y los momentos de belleza.
No es una historia perfecta, tal vez ni siquiera una historia grandiosa. Aun así, Azzarello, acompañado por un trabajo artístico soberbio de Jim Lee, aprovecha estas páginas para diseccionar al Hombre de Acero como pocos escritores lo han hecho y presenta muchas ideas, conceptos y preguntas que tal vez hubieran funcionado mejor en dos o tres historias separadas, pero que no dejan de ser una exploración fascinante sobre uno de los personajes más importantes de toda la cultura popular.
Kevin Tanza (Judibana, Estado Falcón, Venezuela, 1994), licenciado en Contaduría Pública y escritor por vocación. Ha escrito sobre música, literatura, y fútbol en diferentes sitios web como MusikHolics, Chiesa di Totti, The Busby Babe, The Genre, MariskalRock y Colgados por el Fútbol. Aficionado del Heavy Metal, de la literatura, de los cómics, del fútbol y es un entusiasta del cine. En su tiempo libre escribe relatos y libros de ficción y le grita al televisor viendo al Manchester United.