Sobre The Wild Storm, de Warren Ellis y Jon Davis-Hunt
Por Rocco Fregoti
James Burke ¿Les suena el nombre? Supongo que no. Fue un historiador de la tecnología británico que en 1978 inició el documental Conexiones, una visión Alternativa del Cambio. La serie partía hablando de la trampa tecnológica (si colapsara la tecnología repentinamente estaríamos jodidos), y luego, en cada uno de los siguientes ocho maravillosos capítulos, narra cómo cada una de las grandes piezas tecnológicas que hacen funcionar al mundo (la bomba atómica, o los tanques llenos de hidrógeno líquido que disparan los cohetes que desgarran el cielo, o la computadora con la que yo escribí esto) tienen raíces, conexiones, con tecnologías que uno nunca se imaginaría (las piedras para chequear las monedas en el comercio antiguo para ver si son de oro o no, los termos con los que uno toma el mate en la plaza del barrio, una máquina de hilar francesa) y como estos descubrimientos técnicos nacen por muchas razones (dinero, guerra, accidentes, equivocaciones, ignorancia, la propia naturaleza). Burke es capaz de hacer estas uniones, develar la génesis de estas maravillas de lo cotidiano que no valoramos quizá lo suficiente, porque es un historiador de la tecnología y porque comprende la ciencia detrás de esto ¿Pero yo vos, lectores, somos capaces de eso? Y ahí aparece un problema, del cual el propio Burke nos habla en el espectacular capítulo final de la primera temporada, “Ayer, Mañana y Usted”, en el que trata la cuestión de cómo el sujeto moderno está alejado de la tecnología, de su comprensión, a un nivel aterrador.
The Wild Storm sirvió como una doble introducción para mi persona. Por un lado al universo Wildstorm, por otro a la escritura del inglés Warren Ellis, dos existencias que yo trataba de ignorar porque desde lejos me parecían, como decirlo, cosas vulgares, estúpidas y vacías de profundidad. Tenía mis razones de pensar que se trataban de entes superficiales (Wildstorm por parecer un “what if superheroes said fuck?”, Ellisy porque a los cinco minutos de leer Transmetropolitan me dije que mejor me voy a leer otra cosa). Pero un amigo me recomendó The Wild Storm y heme aquí.
La premisa es simple: se trata de un futuro cercano (o un presente alternativo) en el cual el poder global es disputado por tres organizaciones en pugna: Halo Corporation, Skywatch e IO (International Operations). Todo se destapa cuando Angie Spica, la protagonista, que trabaja para IO, salva a Jacob Marlowe, el CEO de Halo, revelando que las tres organizaciones se están robando tecnología entre sí. Este pequeño suceso deriva, entonces, en el inicio de una guerra que va escalando progresivamente. A su vez, se van revelando las atrocidades que cometieron los tres emporios, la historia de cada uno, de sus protagonistas, de su mundo. Manipulación genética, sicarios internacionales de élite, súper poderes, extraterrestres, entes sobrenaturales.
En resumen, es lo más entretenido, espectacular, demencial que vas a leer en tu vida. Es cafeína pura. Es una progresión hacia arriba, in crescendo, como el Bolero de Ravel en el que los peligros aumentan cada vez más y las apuestas se hacen más altas y hay más riesgo y todos podríamos morir. Los personajes no se frenan en una cuestión personal o emocional, son profesionales, y cuando lo hacen deben dejarse de idioteces porque si no, van a cometer un error, y cometer un error acá significa morir. Todos tienen una posición dentro del ajedrez única, tienen su propia carisma y visión dentro incluso de sus propios bandos. Hay sexo, y no solo en el sentido literal – que lo hay, sí, pero recién en los últimos números -, sino que todos manejan un nivel de Eros, de energía vital, de esas paparruchas que Nietzsche llamaría voluntad de poder o actitudes dionisíacas que son como Dios. Todos sueltan diálogos con una fuerza impresionante, como trenes en llamas en proceso de colisión.
Pero empecé hablando de un documental de los setenta por una razón, así que ahí vamos.
Un problema de orden cognoscitivo
El traje de Angie Spica se basa en la nanotecnología, se guarda bajo la piel y se transforma en una armadura de batalla equipada a su vez con material médico, que le permite escanear cosas, volar y lanzar misiles. Después vemos a otros personajes que, gracias a accidentes o acciones deliberadas de corte científico, adquieren habilidades demenciales como las de nuestra protagonista: ya sea manipular la gravedad, recargarse de energía con el sol y ser básicamente Superman, controlar la tierra o teletransportarse, sin mencionar tener una superioridad física en términos generales.
Y todo esto es imposible de saber. ¿Por qué? Bueno, primero porque es secreto, segundo porqué es un nivel de ciencia ya muy alejado del común de la gente, o incluso de los científicos en este universo. Estamos hablando de mestizaje con alienígenas y manipulación genética para crear súper humanos, de satélites gigantes que vigilan todo el planeta. Estos avances de orden militar solo podrían filtrarse en la vida cotidiana luego de un tiempo. Digo, Spica menciona que ella pensaba su armadura como una herramienta para médicos, para salvar vidas. No sería la primera vez que algo de orden militar pasa al orden civil: el microondas tiene sus orígenes en Raytheon, una empresa inglesa de armamento que hizo una enorme antena de telecomunicaciones en la Segunda Guerra y empezó a encontrar pájaros quemados alrededor de ella; el Internet fue un invento del ejército estadounidense para mejorar las comunicaciones entre bases militares que luego fue aprovechado por las universidades estadounidenses y recién después para la comunicación mundial.
Pero la cuestión científica sigue estando ahí, la gente común vive un poco alejada del mundo de la ciencia, digo, como de cualquier otro mundo docto. Esto no quiere decir que no haya intentos de parte de individuos como Sagan o Nye de explicar ciencia al común de la gente. Sin embargo este es un problema social que solo la sociedad en su conjunto puede resolver. Como decía el filósofo de la ciencia estadounidense Thomas Kuhn la “paperización” de la ciencia, la ausencia progresiva del libro científico, aleja al lego del docto, al hereje del hombre de la grey. Esto no es culpa de los científicos; tampoco de la gente de la calle que tiene problemas más serios por los que preocuparse. Pero tampoco es que la ciencia reciba un gran énfasis público de parte de los multimedios. Digo, acá en Argentina la posición del CONICET y sus becarios fue muy atacada durante los últimos años, por decir lo mínimo. Lamentablemente, los canales y programas de documentales no llenarán el hueco que deja la educación. A principios de año leía en Twitter a una chica estadounidense escribir que sabía muy bien cómo se reproducían los calamares, pero por mucho tiempo creyó que los seres humanos se reproducían a través de los besos porque nunca tuvo educación sexual.
Se podría contra argumentar que estos conocimientos científicos de los que hablo son ya de un nivel muy alto y por eso se dan en la universidad. Pero, ¿quién define el nivel alto o bajo?
Es mucho más difícil que te vendan premisas peligrosas si posees aunque sea una leve idea de lo que te están hablando. Es la razón por la que la gente que sabe de historia la ve “repetirse”, y, a veces, mueve viento y tierra para tratar de detenerla para luego, bueno, verla ocurrir. Porque el saber no es idéntico al poder, aunque están muy vinculados.
El Monopolio del Saber que construye el Poder
En The Wild Storm tres corporaciones gobiernan al mundo, y son secretas, solo conocidas por algunos pocos gobiernos y sus filiales o rivales. Estas son IO, que se parece francamente a un monstruo mutante de la CIA, FBI y la NSA, y Skywatch, que es como la NASA pero peor y con esteroides; una gobierna la Tierra, la otra el espacio, acorde a la tregua que Spica destruye en el primer número sin darse cuenta.
Luego está Halo, la empresa del extraterrestre que IO trató de matar al principio dando pie a todos los eventos de esta historia, que se parece a una combinación de Microsoft, Google, Apple, Facebook y Tesla, sobre todo en el punto de tener un “CEO-Nerd-Amigo-Tuyo” dirigiéndola. IO practicó mestizaje con alienígenas, experimento que dejó a un par de sus víctimas como homicidas sanguinarios. Skywatch, por su parte, fue fundada por nazis (como la NASA) y tienen el simpático plan de bombardear al carajo el planeta, poner esclavos industriales conseguidos por manipulación genética a trabajar en las ruinas subterráneas de la Tierra y colonizar el resto de planetas del sistema solar con residencias de lujo. Por último, Halo parece representar un imperio alienígena que quiere colonizar la Tierra pero que quedaron varados en el planeta así que tienen que arreglarse en conquistar este mundo para ellos mismos.
¿Todo esto suena muy demente? Sí, pero, lamentablemente,son solo hipérboles de nuestra realidad. ¿IO? La CIA realizó múltiples golpes de estado a lo largo de su existencia. ¿Skywatch? De vuelta, de no ser por todos los científicos que el ejército estadounidense se llevó de Alemania con la operación Paperclip, la NASA no sería la misma y ¿para qué creen que ocurrió la carrera espacial en primer lugar? ¿La paz mundial? ¿Conocer el universo? No, fue una competencia militar para ver quien la tenía más grande entre la URSS y EUA. ¿Halo? Google y Microsoft venden nuestra información privada a empresas y Estados constantemente y Facebook manipuló elecciones a nivel masivo en los últimos años, en el 2015 en Argentina, en el 2012 y 2016 en EUA y durante el referendo del Brexit en 2016. Da impotencia, porque entre fake news, teorías conspiranoicas y egoísmo, grandes capas de la población afectada no lo consideran verdaderamente importante. Esto no pasa por el ángulo liberal de “decisión propia e independiente del individuo”, esto pasa por propaganda agresiva sobre el sujeto con anuncios bien posicionados, “sugerencias” del algoritmo, televisión 24/7. En The Wild Storm esto se vuelve literal con las víctimas de los experimentos, secuestradas, alejadas de su propia vida, las dos facciones atacando al sujeto frontalmente para lograr su cometido.
Estos grupos, en la vida real y en The Wild Storm, poseen un nivel de poder que nos afecta diariamente de forma constante y son, por tristeza, dirigidos por el mismo tipo de personajes: sociópatas cínicos y supremacistas o sujetos débiles que no tienen el valor de ensuciarse las manos. Y el destino que quieren para el mundo no es muy distinto entre las viñetas que escribe Ellis y lo que nos encontramos nosotros. IO y Halo representan una facción más “liberal” por así decirse, que prefiere dejar las cosas como están y que nadie los moleste en su maravilloso trono. Skywatch, por su parte, representa una cara fanática, cuyos objetivos son hacer todo peor para todos los demás porque simplemente pueden. Pero hay un punto en el que ambas se parecen: en como “tapan” todo. Es sabido ya que las agencias de inteligencia, el ejército, los políticos y los medios de comunicación, usan eufemismos para describir sus acciones. No matan, “neutralizan”. No invaden países, los “liberan”. Y ahora, no fue un golpe de estado, fue un “proceso de transición”. Este esfuerzo para tapar sus crímenes contra la humanidad lo usan para tapar los descubrimientos tecnológicos también. No es que Steve Jobs era un tipo muy listo y se le ocurrió un día el iPhone: la tecnología que compone todas las maquinarias que usamos hoy día surge de investigaciones militares o de universidades públicas, pero lograron crear un modelo de la “historia como una continuación de grandes hombres” y trasladarlo a lo tecnológico en un marco capitalista. ¿Pero qué tal si les dijera que esta situación ya pasó, o al menos algo parecido a esto? ¿Y que, por así decirse, nos libramos de ella?
Conclusión: Rompiendo el Latín
Cuando nos acercamos al final de The Wild Storm las cosas se ponen muy violentas muy rápido. Hay más enfrentamientos, más batallas, más destrucción. El último número inicia con una sanguinaria confrontación dentro de la base de IO, a medida que los monstruos creados por Skywatch invaden Nueva York y destruyen la ciudad hasta que son detenidos por el grupo formado por Spica y The Doctor. Todo esto para concluir con el satélite de Skywatch siendo arrasado con un misil de diamante, justo cuando se revela al mundo la existencia de ambas compañías como lo que son: el gobierno secreto, los Illuminati del planeta Tierra.
Este fin es un recordatorio del último capítulo de la serie que mencionaba al inicio. Vayamos atrás en el tiempo, en el mil quinientos, en Europa. La Iglesia Católica puede parecernos un ente unido, pero siempre tuvo conflictos internos, no solo económicos, sino también ideológicos, con figuras como Guillermo de Ockham hablando contra la autoridad papal, y el Maestro Eckhart siendo acusado de hereje por su interpretación del texto. Estos conflictos eclosionan en 1517, cuando Lutero publica las noventa y cinco tesis, y luego traduce la Biblia al alemán. Entonces, la Biblia ya no existe solo en latín, es decir, para leerla ya no es necesario ser miembro de la curia. Esto significa que las interpretaciones sobre que dice Dios ya no son exclusivas del cura o del obispo: cualquiera puede empezar a leer los testamentos, al menos los que puedan leer, los burgueses y nobles ricos.
Quizás, al salvar a Marlowe, Angie Spica tuvo tanto significado para su mundo como Lutero saliendo del castillo de Wartburg con los textos sagrados en germánico. El monopolio de la interpretación bíblica de la Iglesia Católica se rompió, dando paso a que los hombres ricos de Europa, , pudiesen aprovechar la situación para librarse del poder moral y el pago del impuesto para ir al cielo de la Ciudad Eterna. Al romperse la tregua entre IO y Skywatch, se pasó a un aumento de tensiones que aprovechado por Halo para hacer colapsar ambas bestias sobre sus propios pesos. Los secretos de la Biblia hoy serían secretos tecnológicos, en la historieta de Ellis.
Rocco Fregoti es un blogero recién salido de la secundaria. Graduado de la escuela secundaria ORT Almagro, cursa el profesorado de Filosofía de la UBA. Desde el 2015 escrribe en el blog Rojocomics, cuyo enfoque general es la historieta, y desde el 2018 en el blog LenguajePolítico, cuyo enfoque es la política. Cultor también de los videojuegos y la literatura.