En esta sección le pedimos a artistas, críticxs o lectorxs que elijan una obra, secuencia, portada o viñeta que haya sido muy significativa para su vida. No la mejor historieta, sino la más emotiva, y presenten su mirada y el por qué de su elección. En esta ocasión, Ioni Scheines elige las historietas de Patoruzito.
Me es imposible remontarme a los primeros recuerdos de lectura que tengo y no pensar en las revistas Patoruzito. No sabría decir cuál fue la primera que leí, o si me las compraban mis familiares directos o qué acto mágico tenía suceso, pero siempre se las arreglaban para estar ahí, para aparecer.
Pensándolo desde el ahora (tengo 37 años) supongo que la sutil mezcla de dibujos atractivos y texto no tan abundante hace de esto un alimento balanceado perfecto para que un niño se inicie en la lectura. ¿Será que la recomendaban los especialistas de la época? ¿Será que los padres progres valiéndose de una precaria red social se ponían de acuerdo para comprar números distintos y hacerlos circular por los hogares en una especie de calesita sin fin? ¿Será que existía un oscuro y tiránico complot masónico que buscaba forjar los pensamientos de toda una generación, a través de la embelesada lectura de estas (a priori inofensivas) revistas?
¿Por qué tantas preguntas? Pasa que no sé nada de las Revistas Patoruzito, solo que aparecían ahí y las leía por inercia, como esas cosas que consumís sin conciencia, en la tele de fondo, una película de Indiana Jones.
A continuación, y a modo conclusivo, enumero importantes pensamientos que recuerdo (tenía 8 años):
– Las leía en el baño hasta que se me dormían las piernas y tenía que salir cuerpo a tierra, arrastrándome hasta mi pieza. Tal vez a ellas les debo mi pasión por la lectura en susodicho recinto.
-La analogía con el mundo de Disney es innegable. De hecho (ahora si estoy leyendo Wikipedia) el creador, Dante Raúl Quinterno, viajó en un momento a saludar a Walt y a perfeccionarse. y nada pero nada tiene que ver con Winnie the Pooh, porque Winnie es un oso (guiño-guiño)
– Así como los dibujitos de TV, la estructura cíclica repetitiva del relato y la idiosincrasia de los personajes, es lo que te embelesa. El indio héroe todopoderoso, de noble corazón, pero ingenuo, el pícaro y de dudosos valores modales Isidorito, un caballo todoterreno, y los secundarios gauchescos del folklore que pueblan la patagonia, como Upa y Ñañcul (hermosos dibujos). Y la misma historia de siempre: en un momento está todo mal y siempre en algún momento termina todo bien. Like it.
– Me fascinaba aparte de leer la historia, leer las publicidades. Muchas ofertas de cursos técnicos para aprender a dibujar, a ser mecanógrafo o a reparar radios (¡me daban ganas de hacer todos!). Era como la monetarización de la época.
– En la pila de lectura también había historietas de Mafalda, Condorito, y algunas revistas de Disney (me gustaba mucho Giro Sin Tornillo). Todo esperando hasta cumplir los 13 para ser mayor de edad y poder leer Maus de Spiegelman.
Ioni Scheines es programador y editor, co-creador de Galería Editorial.