Por Demián Urdin
Para principio de año, la historieta argentina había encontrado un equilibrio y una dinámica de relación fuerte con sus lectores, construida a fuerza de seductores catálogos, un diálogo cara a cara en eventos y un desarrollo creciente de espacios de venta especializada ¿Cómo afectó la aparición de la pandemia el desarrollo de esta industria? ¿Cómo se sostiene la comunicación? ¿Qué le depara el futuro a la historieta?
Para Santiago Kahn, editor de Maten al Mensajero, la pandemia repercutió sobre todo en los planes de publicación. Para una editorial que supo ingresar al mercado de las librerías generalistas, “faltó el gran evento del año, la Feria del Libro de Buenos Aires, que ordena mucho el calendario de publicaciones al tener la venta al público y la venta a libreros y libreras de todo el país que van especialmente para eso”. Cancelada la feria, el mundo se limitó a esperar que pudieran abrir los espacios de venta al público tradicionales. ”Con las librerías abriendo, de a poco se fue recomponiendo la circulación y profundizamos en el trabajo con las librerías, muchas de ellas por fuera de CABA”, explica Santiago. Esa apertura y ese trabajo con los locales de venta fue lo que evitó el cese total de actividades para la editorial. Pese a las barreras y complicaciones, este año Maten al Mensajero logró editar tres libros que ya están en las librerías y para Kahn eso es un enorme logro, ya que las novedades siempre vienen a reactivar la venta de títulos anteriores.
Marcos Vergara -editor de Loco Rabia– también diferencia las sensaciones del comienzo de la cuarentena con la reapertura de los locales. “Pudimos comenzar a hacer envíos desde la Fábrica de Historietas, por correo y empezamos a implementar algunas estrategias específicas que nos permitieron poner a rodar la maquinaria nuevamente”. Pero esto es un vaso medio lleno: Loco Rabia tenía un plan anual de diez lanzamientos que lejos está de poder cumplirse.
En el caso de Hotel de las Ideas, otra de las editoriales importantes de la industria, el problema se dividió en dos focos. Como cuenta Santiago Sánchez Kutika, une de sus editores, “por un lado, estaba la editorial y el impacto negativo que generó la baja de facturación por el cierre de librerías barriales, pese a los pedidos online de las que se mantuvieron abiertas”. Por otro lado, a principios de este año la editorial daba un gran paso con la apertura de su propio local. ”Tuvimos la maravillosa idea de abrir en marzo, una semana antes de la cuarentena”. Hotel de las Ideas Tienda comercializa material no solo de la editorial, sino también libros nacionales e internacionales y libros infantiles” Como en los dos casos anteriores, la coyuntura exigió respuestas instintivas. “Viramos rápido hacia la venta online con el sitio y eso nos permitió llevarla más o menos bien”, señala Kutika.
Como en el caso de Maten al Mensajero y Loco Rabia, para Hotel de las Ideas significó que el catálogo y el plan editorial también se transformaran. “Tenemos sólo una novedad publicada y otra que ya anunciamos en estos días. Con toda la furia, vamos a llegar a editar seis libros”. Es la mitad de lo planeado a principio de año por la editorial y eso resiente mucho en la estructura.
Hernán González, editor de la cordobesa Buen Gusto, explica que su estructura está atada a cómo funcione la distribución, el tema imprentas y los costos. El cierre de imprentas, sumado al monto del dólar que repercute sobre el costo de los insumos – que desde el gobierno de Mauricio Macri viene con aumentos ininterrumpidos- corrió su calendario. Como en los otros casos, todo esto afectó la cantidad de material que Buen Gusto quería sacar. Además, autores de su catálogo como Eldo Yoshimizu, de Japón, o Tyler Landry, de Canadá, cobran en dólares y eso sumó una nueva complicación. Buen Gusto, entonces, apeló a la experiencia: “al tener cinco años de trabajo encima, hay cosas aceitadas y el dinero viene de la misma editorial. No tenemos que inyectar constantemente capital”, cuenta González.
Barro Editora apareció hace pocos años con un proyecto sumamente atractivo, con un catálogo en crecimiento y una propuesta editorial compuesta, hasta el momento, sólo por autoras mujeres. Como explican sus editorxs, Agos Fanuchi y Lucas Rodriguez, para este momento habían planificado tener tres libros publicados. “Quedaron todos en borrador, sin poder avanzar”, lamenta Lucas. En este tipo de estructuras, más pequeñas que las anteriores y con menos recorrido “la pandemia nos paralizó y nos hizo preguntarnos cómo replantear los proyectos y pensar cómo seguir adelante con los planes editoriales”. Como para les demás, fueron momentos de “mucha reevaluación, mucho stand by y trabajo hacia el interior de la editorial”, reflexionan Agos y Lucas.
Uno de los principales temores al comenzar la cuarentena fue el miedo de ver cancelado todo el calendario anual de eventos, uno de los espacios de diálogo con les lectores más importante para la industria y una de las variables que marca la salida de nuevos libros.
En términos monetarios, Hernán González -Buen Gusto- ofrece un panorama que ilustra la importancia de los encuentros para algunas editoriales: “para nosotros, el ingreso es un 95% proveniente de los eventos y del contacto con la gente”. Pero, además, que no haya eventos pone en juego un importante valor que no puede medirse en dinero. “Hay un vacío cultural, no hay forma de enterarse de novedades, de disfrutar de esos momentos, de ir más allá del consumo de historietas”, lamenta Gonzalez. En esto coincide Barro! Editora, porque “gran parte de nuestro público se relacionaba con nosotros en ferias, en eventos y presentaciones de los libros que vamos sacando”. Con la cancelación de encuentros “hay una cuestión de la comunidad que es propia de la historieta y se pierde, una comunicación entre las partes que no está y con ello se limitó el alcance a personas nuevas, que creo es lo más interesante de los eventos”, explican Agos y Lucas.
Al tiempo que coincide con esta pérdida de vínculo social, Marcos Vergara de Loco Rabia relaciona la situación actual con un proceso previo a la pandemia. “Como consecuencia de la gran crisis editorial que se dio durante el macrismo, muchas editoriales estábamos percibiendo mayor ganancia de los festivales que de la distribución en librerías y comiquerías desde hacía ya un par de años”, explica. Caída la agenda anual de encuentros, se caía este ingreso y se sumaba a la casi nula devolución de las distribuidoras.
Para Loco Rabia, Maten al Mensajero u Hotel de las Ideas, que ya tenían un público fiel en redes, se trató simplemente de profundizar en esa comunicación. Pero para editoriales tan arraigadas en la comunicación presencial, como Barro o Buen Gusto, se volvió un problema. Como explican Agos y Lucas, “Nos costó acostumbrarnos a esta nueva modalidad virtual”. Ese desafío exigió darle mayor importancia a las redes y buscar nuevos canales. “Estamos abriendo espacios para tiras online y preparando cosas nuevas para avanzar y reenfocar lo digital”, anticipan les Barro. En este mismo sentido, Loco Rabia, tomó impulso para planes que estaban en carpeta. Así, se lanzó la librería digital de la editorial que se sumó al catálogo de historietas digitales de acceso gratuito que ya estaba disponible antes de la pandemia.
En un ambiente tan arraigado al fetichismo del papel, la pandemia puso sobre la mesa la gran pregunta que todes estaban evitando ¿Es momento para que se generalice lo digital?
Para Santiago Kahn, editor de Maten al Mensajero, es una de las preguntas que quedan a futuro. Para él, no se trata solamente de discutir sobre el consumo pago de contenidos digitales, sino también de preguntarse quiénes son los que van a producir para ese mercado y bajo qué reglas. “En el mercado nacional no contamos con previews como en el caso de industrias como la estadounidense que te permiten ver de qué va antes de comprar y, además, no existe una plataforma estilo Netflix para la historieta”, explica.
Tanto para Santiago Kahn como para Hernan González (Buen Gusto), se trata además de un tema de mañas propias de la industria argentina. En nuestro país no existen lógicas aceptadas de suscripción y patrocinio pagas, como Patreon, y se repite cada vez más el trabajo no remunerado o mal remunerado basado en promesas inconsistentes de ser publicades o darse a conocer. Como recomienda Kahn, ante la coyuntura actual que demuestra la falta de posibilidades reales de publicación en papel, “si hay un contrato donde se pide una tira o una historieta digital, sería bueno que se piense como un trabajo remunerado”. Con respecto al formato, para González el problema radica en que no se valora el trabajo de los artistas como algo que se pueda trasladar al precio de una historieta. Para el editor de Buen Gusto, “lo digital puede generar más adeptos, pero no por eso gente que lo vuelva rentable. Para muchos, si en papel sale $400, entonces digital tiene que salir $50 o $100 porque se usaron menos materiales para producirlo”. Si la intención es lograr la sustentabilidad de las editoriales, no se puede pensar en cientos de miles de suscriptores pagos con los que el mundillo actualmente no cuenta.
En el caso de Hotel de las Ideas, el traspaso a lo digital se venía conversando puertas adentro. La editorial liberó algunos libros en formato PDF, logró un acuerdo con el Ministerio de Educación por el cual forma parte, junto a otras 29 editoriales argentinas, de la iniciativa “Leer en Casa” y comenzó a digitalizar el catálogo como parte del contrato con la empresa alemana Bookwire que se va a encargar de su distribución. Como explica Santiago Sánchez Kutika, “creemos que la gente que consume estos formatos es bastante menos que los que consumen papel, pero nos interesa mucho poder tener incidencia en esto”. Y en todo esto siguen teniendo peso las prácticas arraigadas de les lectores, donde no existe una costumbre de pagar por los contenidos. Para Kutika, entonces, “es necesario empezar a pensar en modelos diferenciales y entender que seguimos muy atados a la lógica de pagar y poseer el libro”. Como reitera la mayoría de les editores, no se trata de renegar de los cambios que se vienen, sino que “lo importante es que nuestros libros estén disponibles en todos los formatos posibles y que la gente que quiera acceder a ellos pueda hacerlo”, como sostiene une de les editores de Hotel de las Ideas.
Loco Rabia ya contaba con su página de e-zines de acceso libre y gratuito. Con la tienda digital pudo testear cómo reaccionaban sus lectores habituales a la nueva modalidad. Marcos Vergara explica que ”sabíamos que les compradores de esta región no tenían preferencia por este formato, así que acompañamos a los títulos pagos con algunos gratuitos para que pudieran probar la interacción con el formato y para que, sobre todo, accedieran a material de calidad que les permitiera sobrellevar el encierro de la cuarentena”. Pero, aunque la tienda electrónica va creciendo tanto en títulos como en público afín, no llega a suplantar la venta de libros en formato papel.
Les Barro, en cambio, hicieron lo que mejor saben hacer las nuevas generaciones: asociarse. Se pusieron a trabajar con Clan de Fomento, otro sello independiente y pensaron en alguna manera de aprovechar esta oportunidad ofreciendo “algo nuevo, exclusivo digital, pero como otra rama de la producción donde no se pierda la pata en papel”. Agos y Lucas explican que la intención es aprovechar la fórmula digital, dándole una mayor ganancia a les autores y favoreciendo los salarios, trasladando a la remuneración los costos que habitualmente tiene una edición impresa. Pero a sabiendas de la sobreoferta de contenidos quieren “ofrecer algo lo suficientemente interesante y suficientemente distinto como para que les lectores quieran acceder con regularidad a estas publicaciones”.
Frente a los nuevos desafíos que trajo la pandemia por COVID-19, se plantea la posibilidad de una nueva historieta y nuevas condiciones en la industria.
Para Santiago Kahn, de Maten al Mensajero, la coyuntura no va a resultar en que las editoriales que dependen de eventos dejen de existir, “aunque sí van a esperar a que aclare”. Las que alcanzan a la venta en librerías van a poder funcionar si los locales siguen abiertos. “Si no hay cines ni teatros, el libro es una buena alternativa y puede salir fortalecido de toda esta situación”, defiende Kahn. Aunque arroja una estadística desgarradora, “sólo se anunciaron 25 libros de historieta en lo que va del año, contra los 150 títulos del año pasado y muchos de estos todavía no se imprimieron”.
En este mismo sentido, en Buen Gusto creen que, “al contrario de lo que se piensa, cuando pasan estas cosas se queman etapas y uno se vuelve más productivo”. Ante la realidad de que muy pocas editoriales funcionan realmente como editoriales, “estos parates no generan cortes en la producción creativa pero sí en la impresión que depende de la apertura de las imprentas, de las librerías y de todo lo demás”, explica Hernán González. Y sentencia: “juntándose y uniéndonos se pueden hacer cosas muy copadas”. Para les Barro, les más jóvenes de les entrevistades, es un contexto en que ninguna industria sabe qué va a pasar. Pero entienden el cambio como una oportunidad para “pensar que la historieta argentina va a ser aquello que queramos que sea, en lo que queramos que se convierta”.
En cambio, para Santiago Sanchez Kutika, de Hotel de las Ideas, “el mercado, lamentablemente, se va a achicar un poco más”. Y agrega, “la pandemia frena mucho los planes editoriales y se siente como un año en un freezer, pero sumando todos los gastos que implica tener una editorial, costear los espacios de guardado y los servicios que implica. “No va a ser un efecto mortal, pero sí paralizante”, sentencia.
Marcos Vergara, de Loco Rabia, piensa el futuro más allá de Argentina y más allá de la pandemia: “creo que en todo el mundo la industria editorial está reformulándose y enfrentándose a un futuro incierto desde mucho antes del COVID-19”. Frente a un público fiel que sigue las novedades y elige leer libros de historietas, Vergara defiende la idea que “siempre que el contexto económico lo permita, las industrias culturales encontrarán en el público argentino un sustento activo y comprometido, expectante de las obras que producen les grandes autores locales”.
Demián Urdin es estudiante de Antropología Social por la Universidad de Buenos Aires, especializado en el estudio de la Historieta Argentina como construcción patrimonial. Ganador de la Beca de Investigación Boris Spivacow II de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno de la República Argentina en el año 2018, donde analizó los procesos históricos de desarrollo del fanzine de historietas y su incorporación al Archivo de la Historieta y el Humor Gráfico Argentinos de esta misma institución. Ha realizado diferentes investigaciones en clave museológica acerca del trabajo del Museo del Humor de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Es, además, columnista para diferentes medios gráficos y radiofónicos argentinos donde indaga en el mundo de la historieta, los cómics, las series, el cine y los videojuegos. Es co-creador y co-conductor del ciclo de entrevistas “Guion y Dibujo: Diálogos de Historieta”, que se transmite por YouTube y busca construir nuevos discursos acerca de la identidad de la Historieta en Argentina.