Por Rocco Fregoti
La “moderación” de Moore y la exploración del Sidekick
Alan Moore no es tan destructivo en Watchmen. Sí, es una obra que deconstruye al superhéroe, lo pone en la silla del juicio. Una sátira ácida. Pero luego de leer Watchmen aún puedo cerrar la historieta de Rorscharch y Manhattan, y abrir cualquier número mediocre de Marvel/DC y continuar con mi existencia. Las instancias en las que pensé: “esto es un tropo cultural peligroso como pocos y que deberíamos abandonar” ocurrieron de manera accidental. Principalmente, Marvel sin darse cuenta que Capitán América es un artilugio de propaganda imperialista. Es imposible leer Civil War o escuchar a Steve Rogers decir en la tercera instancia de su trilogía del MCU que los Vengadores no debían ser controlados por la ONU y no pensar “cerra la boca, yanqui, cerdo imperialista”. Y ni hablar del comic post 911 que hicieron, del cual ni hablo porque sigo queriendo a la Casa de las Ideas.
Siento que Moore es más deconstructivo con el país norteamericano en Swamp Thing: American Gothic. Manhattan existe más como una tesis de cómo se expande la consciencia en el caso de poderes masivos, pero Morrison lo hace mejor en All Star. Al menos siento que sigo leyendo algo sobre superhéroes con el escocés. Pero por sobre todas las cosas, me parece que Watchmen más que matar al sujeto que se cree por sobre la ley y usa ropa colorida lo que hace es llamar la atención sobre sus aspectos negativos. Los personajes de Moore no están más allá de la redención. Son queribles hasta cierto punto los más humanos, dignos de compasión incluso, y, caso contrario, son demasiado alienígenas como para que sientas algo realmente. Creo que esto es porque Moore en el fondo siente algo de cariño por estos vigilantes enmascarados. Al menos en su momento. Lo último que dijo al respecto era que el KKK de El Nacimiento de una Nación fueron los primeros superhéroes estadounidenses. Y yo no quiero decir que tiene razón. . . . Pero no es que no concuerde un poco con su perspectiva. Pero lo cierto es que Moore abrió una puertita. Y no, no solo para una caterva de imitadores sosos que conformaron uno de los muchos eclipses culturales de los noventa. Habilitó respuestas (Kingdom Come y Marvels) y expansiones. Gente que concordaba y gente que difería. Y entre ellos surge Rick Veitch, y su adefesio abismal Brat Pack.
Los comics de superhéroes nacieron a modo de literatura, pero principalmente como producto. Como uno de los muchos intentos de vender pasquines de baja calidad a mocosos y no tan mocosos, se inventó el sidekick. El ayudante. Un chico para que los niños se vean en él. Y no es una idea tan mala, si somos sinceros. Stan Lee, en su arte de afanar ideas y hacerlas mejor partió de eso para Spider-Man. Pero hay un pequeño problema. Uno que se llama Muerte en la Familia. Starlin no hizo un magnum opus pero nos hizo darnos cuenta de una cosa: niños y adolescentes poniéndose en peligro es la descripción de mala idea, pero ponerlos como ayudantes de gente que lucha contra el crimen es peor. Si, Marvel lo hizo antes con Bucky, y al igual que Bucky, Todd regresaría como villano porque a todos nos gusta lo emo y lo emo vende porque sirve para reflexionar sobre el impacto que tiene la muerte y la irresponsabilidad de los adultos. Muerte en la Familia no es un comic increíble, pero fue el inicio de un arco que nos llamó la atención acerca de que los niños en malla peleando con payasos asesinos psicóticos no puede terminar bien. Ahora, si a ese asunto macabro le agregamos la deconstrucción del vigilante de Alan Moore y el cinismo nihilista de los ’90 lo que conseguimos es Brat Pack. Vayamos por partes.
En una ciudad conocida como Slumburg (Villa Miseria Burgo si lo tradujéramos literalmente) hay cuatro vigilantes ultra-violentos que asumieron el rol de superhéroe luego de la desaparición de True Man (Hombre de Verdad): Midnight Mink, Judge Jury, Moon Mistress y King Rad. Estas son parodias estúpidas, caricaturescas, de otros héroes: Superman, Batman, Capitán América, Wonder Woman y Green Arrow respectivamente. Un día los ayudantes de los cuatro son asesinados por Doctor Blasphemy, un villano que viste un traje de cuero sadomasoquista y promete decir la “verdad”, y tienen que ser reemplazados inmediatamente por un párroco culpógeno. Veitch se dedica entonces a demoler por completo a cada uno de los héroes. Como dije al principio, acá nadie sobrevive. Watchmen es fuerte y depre y te angustia, sí, pero por la bomba atómica, no por los superhéroes. Brat Pack es tan ácido que no deja ni sangre de su homicidio simbólico. Y para probar esto pasaré revista por cada una de las deconstrucciones.
Batman y Robin VS Midnight Mink y Chippy – ¿Nadie quiere pensar en los niños?
Batman tuvo un momento gracioso en su publicación. Justo en su parto como personaje. Cuando los cristianos blancos conservadores salieron del bosque de la preocupación por la Segunda Guerra Mundial y el macartismo daba sus primeros pasos, una cruzada WASP se erige contra los comics. ¿Su argumento? La juventud está siendo corrompida por la violencia y la sexualidad. ¿Sus objetivos? Los comics violentos de detectives y terror, y todo lo que muestre algo de piel humana. Justo en la intersección, Batman y su vínculo con el chico maravilla. Por un par de viñetas mal pensadas se propuso la idea de una relación pederastica homosexual entre Bruno Díaz y Ricardo Tapia. Es lo que hay.
En la antigua Helena se formaba un vínculo primero pedagógico y luego erótico llamado pederastia, en el que un hombre mayor tomaba como pupilo y amante a un joven, el erástes y el erómeno respectivamente. La idea de la acusación contra Batman era que esta sería la naturaleza de su vínculo con el chico maravilla. Educación y desviación. Y aunque el miedo de un hombre de la élite aprovechándose de un menor de edad es uno que está completamente justificado (solo hay que ver la debacle de personajes como Kevin Spacey) quienes promovían el Comic Book Code no estaban contra los multimillonarios que pueden hacer lo que quieran por ser aristócratas casi omnipotentes, sino que no querían que sus hijos fueran homosexuales. Así la publicación de Batman tuvo que bajarle a lo “oscuro” por un tiempo hasta que las mareas editoriales cambiaron.
Pero la mancha queda. Se sigue levantando la ceja por el vínculo entre Batman y Robin. Quizá sea por el hecho de que Bruce Wayne es una figura pública con una gran fortuna que proyecta liberalidad como imagen pública. También entra un poco el chiste del “Playboy” como homosexual reprimido. Y lo peor de todo, los trajes. Batman es gótico, va de azul negro surcando la noche porque es un murciélago, inspira miedo. Robin es una amalgama de colores brillantes que anda con las piernas y brazos juveniles desnudos, la mayoría de su cara estaría descubierta si no fuera por el antifaz. Batman se coge a Robin es una idea que vuela en la cabeza de mucha gente. Ahora veamos que hace Rick Veitch, al que le gusta dar vuelta a las cosas.
Tanto el primer Chippy como el segundo están vestidos de BDSM. Que forma más tranquila de iniciar la conversación que tenés, Veitch. Piernas y brazos desnudos y antifaz estúpidamente simple. Pero hay algo que hace ruido: los dos son tímidos. Los dos, cuando ya fueron “devorados” por el sistema, parecen ser cuerpos con remordimiento y pena. Que se dieron cuenta de que se metieron en algo muy jodido y ya no hay vuelta atrás. Midnight Mink, por su parte, es la antítesis de Batman. Pura carisma, pura alegría, pura pluma. Su traje es parecido, pero blanco en vez de negro-azulado, contraponiéndose a la oscuridad represiva del cruzado encapotado. Se proyecta como playboy en su vida diaria, pero es gay. Y uno entra a esta idea pensando que: “activen la alarma homofóbica caballeros, nos vamos a chocar con una fuerte”. Pero no.
Veitch es consciente del peligro que tiene su obra, reviviendo el recuerdo de la propaganda homofóbica contra Batman. Pero la única buena acción que se le ve haciendo a algún super héroe en esta obra es Midnight Mink salvando a un refugio para gente de la comunidad queer. La única, ninguna otra se me viene a la mente. Y si, no lo hace “acorde al libro” (mata a los criminales) pero no es como King Rad, que pone en peligro a los civiles en el proceso. El problema de Mink no es que sea homosexual. Es que es un depredador serial que se aprovecha de menores de edad. No hay ningún tipo de consenso en la relación que tiene el vigilante con su sidekick. Mink solo lo ve como un juguete. Busca en específico jóvenes puritanos que lo admiren porque son presa fácil. Que sorpresa, igual que casi todos los Robins (salvo Damian Wayne): ¿Dick Grayson? Huérfano reciente. ¿Jason Todd? Pibe de la calle. ¿Tim Drake? Admira a Batman lo suficiente. El mensaje que comunica Veitch no es tanto “no seas trolo, man”, sino más bien “no entres en la camioneta sin ventanas que te ofrece caramelos”. Así apunta al problema real que uno debería tener en cuenta cuando trata al invento de Bill Finger y Bob Kane: el de la pederastía, no la homosexualidad. Un vínculo de poder facilitado por el estatuto de aristócrata que posee el millonario. Me recuerda a lo que decía Rocío Pizarro en un prefacio a Las Ventajas de llamarse Ernesto, de Oscar Wilde. Que su sustento a la hora de escribir su magnum opus, El Retrato de Dorian Gray, el irlandés conoció el “otro lado” de la vida homosexual de la Britania Victoriana. No era todo jóvenes universitarios, de familias nobles o acaudaladas, revoltosos y curiosos por experimentar. También eran los prostitutos adictos al opio.
Capitan América y Bucky VS Judge Jury y Kid Vicious – Apoyen a las tropas
Si no creen que el Capitán América es propaganda destilada no se en que universo viven. Si bien entiendo su origen contextual, creo que Steve Rogers debería haber abandonado el rojo, azul y blanco hace mucho tiempo y quedarse como Nomad. Claro que esto sería como pedirle al sol que no ilumine y a los peces que no respiren bajo el agua. Un imposible. Pues solo para un norteamericano Capitán América no sería una propaganda tan evidente. Y no es que el personaje no tenga cosas interesantes. Un tipo del pasado, creado en específico para la guerra, se despierta en el presente en un mundo que parece ya no necesitarlo más. Suena genial. Hasta que bueno, te pones a pensar que EUA está en guerra perpetua, que es la descripción física del Ubermensch nazi, que es militarista hasta las ínfulas (el personaje habla en milico, literalmente). En serio, me gustan los superhéroes, peo no tengo ningún problema con eliminar de la existencia al Capi.
Ah, y esperen: ¿y qué hay de Bucky? El primer Jason Todd, claro. Ese superhéroe que solo sirvió para dos cosas: para dar el eje temático de los primeros cinco números de Young Avengers (los mejores números, no aceptaré debate aquí) y para morir y revivir de forma idéntica que el propio Jason Todd, en una versión oscura para darle miedo a su mentor y recordarle su mayor fracaso en la vida. Porque ya saben, a todos nos gusta lo edgy. Péguenme un tiro. ¿Y cómo hace Veitch para atacar a este falo de la supremacía blanca imperialista norteamericana? Por los dos puntos más fáciles de donde darle: que es propaganda y que es un alegato al esteroide.
Capitán América consigue sus poderes del suero del súper soldado, una droga que lo hizo pasar de enclenque a súper hombre. Este suero no le dio ningún poder en específico, sino que, al igual que un esteroide, lo dejó trabado como gorila. Así, Veitch hace que Judge Jury sea un adicto a los esteroides y que su ayudante, Kid Vicious, lo sea también. Claro que, de vuelta, Veitch nos recuerda también que los esteroides tienen efectos secundarios. Si bien son fornidos, los dos están sexualmente incapacitados, son completamente represivos por esto y psicóticos. Así, el super soldado no suena a algo tan copado.
Y lo primero, es pura ideología. Para que Capitán América pueda ser, sus enemigos siempre deben ser Hydra. Nazis. ¿Por qué? Pues, porque sus enemigos eran los nazis, sería la primera respuesta. Pero, ¿por qué? Bueno, para el norteamericano promedio es porque los nazis representaban un peligro para la humanidad. Y si bien nada es más detestable que un nazi, es una variante regional, por decirlo de una forma. Todos los países blancos tienen su sabor de supremacista blanco, y todos los países en general tienen una forma o variante local de supremacismo mayoritario. Y el Capitán América se cierne como ariete principal en la lucha contra el supremacismo blanco de Alemania, sí. . . Pero no lo contradice mucho, al menos en lo simbólico. De vuelta, si le preguntaras a un miembro de la SS que sería un Ubersmench, te respondería que un rubio, blanquito como la leche, de ojos azules y alto. Lo más interseccional si se quiere que tiene Capitán América son sus orígenes como irlandés católico pobre, primeras tres variables que cumple mejor Daredevil y respecto a lo último es indiscutido que el Working Class Hero es Spider Man. Así lo único que tiene de simbólico es rojo, azul y blanco, águila blanca, y el ejército. Esto puede ser indiferente para un norteamericano o un europeo.
Pero no para el resto de la humanidad. En todos los continentes el Imperio Estadounidense lleva terror. Las Fuerzas Armadas y los organismos de inteligencia estadounidenses son una fuerza exterminadora, sobre todo con el Sur Global. Veitch hace que Judge Jury y Kid Vicious, parodias del representante supremo del poder militar norteamericano, vistan de manera que resalte su chauvinismo bruto y salvaje, el mentor como si fuera miembro del KKK y el otro como si fuera un vaquero. Ídolos míticos de masculinidad racista. Y los hace cometer crímenes de odio personalmente. La primera misión que le da Jury a Vicious es luchar a muerte contra inmigrantes en un desarmadero. Y de vuelta, lo único que le gusta a Jury del chico que recluta como nuevo sidekick es que puede llegar a volverse un neo nazi. EUA no luchó contra el Eje por cuestiones morales, lo hizo porque le convenía. ¿Cómo el estado que inventó la mitad de los trucos de exterminio que uso el régimen de Hitler va a sentir conmoción alguna por como los aplicó?
Wonder Woman y Wonder Girl VS Moon Mistress y Luna – Mujer (objeto) de acción
Wonder Woman es, junto a Superman, la más rescatable de los héroes presentes aquí. Las intenciones detrás de su creación son, en efecto, moralmente buenas. En un medio sobre todo masculino, Moulton Marston creía que las mujeres también merecían un modelo a seguir. Y sí, esto no cambió el medio (de la misma forma que revelar a Samus Aran como una chica en Metroid no hizo al público de los videojuegos más variado) pero Kant decía que la intención era lo que contaba y concuerdo.
Diana de Temiscira es un personaje importante en términos políticos, en un sentido representacional. Yo soy hombre, Wonder Woman es mujer. La experiencia que tendría una mujer leyendo Wonder Woman va a ser, de base, distinta a la mía por esto. Aclarado esto, continuemos.
El primer problema que creo que plantea Veitch es que, si bien la intención es la diversidad, lo cierto es que el público es masculino y heterosexual. Esto implica dos cosas. Uno, que las mujeres están diseñadas ante todo con un público masculino en mente. Así, los personajes femeninos son, en general, sexys. Es verdad que los personajes masculinos también lo son. Pero cuando vemos los abdominales de Peter Parker o el cuerpo de Aquaman los vemos como una fantasía de poder. No de hacernos pajas. Y hablo en primera persona porque esto es se vincula con el público masculino heterosexual. Por ello es tan interesante el rescate desde el lado del beefcake que el fandom homosexual realiza de personajes como Nightwing. Pero, en fin, la regla es que la mujer esta sobresexualizada.
Moon Mistress es super sexuada. Nivel, extremo, sin ponerle freno. Es insoportable. El sexo la destruyó. Tiene menos de treinta, pero físicamente esta derruida por culpa del sexo constante (y si, puede que esto sea algo SWERF de parte de Veitch pero esa es una discusión aún más lejana para mí y ya estoy muy metido en el campo de minas). A su vez, solo habla en sexo. De la misma forma que Judge Jury habla en racista. Cuando entrena a la nueva Luna y le habla de los demás vigilantes, al describirlos los describe sexualmente, no en su forma de actuar como héroes, sus poderes, sus virtudes. Y no es gracioso, Veitch no quiere que te rías. De todos, la que más pena da es Moon Mistress (a pesar de ser tan hideputa que el resto de vigilantes, aclaremos) y mucho más la nueva Luna. Literalmente, la conclusión que se puede sacar de la parte de Moon Mistress es que la sexualización de la empresa del superhéroe destruye a la mujer como tal por ser reproductora del modelo misógino. Luna, por ende, va a ser víctima de esa destrucción de su persona, algo que casi le ocurre en su primera acción como vigilante, en la que Moon Mistress la usa como anzuelo para que intenten violarla y así poder matar hooligans.
La segunda crítica que me parece que realiza es una que desarrolla el YouTuber y periodista de videojuegos Jose “Dayoscript” Altozano en su análisis del E3 2016. La crítica apunta a que, si bien se anunciaban más personajes femeninos como protagonistas de videojuegos, seguían estando inscriptos en el modelo industrial de “protagonista de acción enojado genérico”. Eso es algo que creo que Veitch le critica al propio Marston: crear, antes que todo, un Superman mujer y no, bueno, una mujer que tiene poderes. De vuelta, digo esto desde la ignorancia, estoy seguro que en varios arcos se desarrolla el personaje de Wonder Woman, de la misma forma que muchas de las patrulleras X o, regresando a mi superheroína favorita, She Hulk. Pero aun así creo que la deconstrucción de Veitch apunta a eso: que el intento de diversidad de Marston concluye, en cierta forma, en violencia extrema y justicia por mano propia, pero ahora hecha por mujeres. Una crítica que muchos izquierdistas estadounidenses le hacen al establishment demócrata: que ahora el ejército es bueno porque el que maneja los drones que destruyen escuelas afganas ahora es mujer, negro, inmigrante, etc.
Green Arrow y Speedy VS King Rad y Wild Boy – Armas, drogas y capitalismo
Flecha Verde es Batman. Sus diferencias con el detective murciélago son: su pelo rubio, que viste de verde, que usa un arco y flecha, y que protagonizó comics levemente progresistas en los setenta. Su origen es prácticamente idéntico: joven multimillonario se vuelve consciente de los peligros de la vida luego de la muerte de sus padres, y después de entrenarse en condiciones extremas decide usar su fortuna para luchar contra el crimen. Pero Green Arrow tiene ciertas cosas específicas que lo vuelven un target perfecto para Veitch. Vayamos por partes.
Armas. Ningún miembro de la Liga de la Justicia está tan mediado por las armas como Flecha Verde. Batman usa gadgets pero en sus historias (o al menos sus buenas historias) opera desde el intelecto, Wonder Woman tiene el lazo de la verdad pero su super fuerza le basta (aunque ahora, en pos de tener más sentido con su origen guerrero lleva espada y escudo, lo que está bien), Linterna Verde tiene el anillo que es un arma pero bien puede no serlo dependiendo de la originalidad del usuario (con Kyle Rayner en el tope y Hal Jordan en el suelo), Aquaman tiene un tridente y llegado a cierto punto una mano garfio pero como Wonder Woman es super fuerte y posee otras resistencias. El único miembro de la liga cuya base es su arma es Flecha Verde. Esto no se separa del hecho de que si bien Queen usa un arco es dueño de una empresa del sector industrial militar norteamericano. Es decir, bien podría no usarlo. Y sobre esa suposición avanza Veitch.
Lo lamento, pero la posta es que el arco es solo respetable a manos de un jinete móvil del Asia Central o si es largo y lo emplea un gales o ingles en la guerra de los cien años. Parafraseando a Boogie el Aceitoso, el arco se murió cuando se inventó la pólvora. No me crean a mí, créanle a la Batalla de Castillón. Si bien es fachero, lo es siempre y cuando esté encerrado en una mítica que lo vuelva fachero, como cualquier arma que es culturalmente fachera. Porque la verdad es que, si bien dispara y se recarga más rápido, es menos preciso y tiene menos potencia que una ballesta. Las victorias totales de Inglaterra sobre Francia en la guerra de los cien años se dieron más por la incompetencia de los segundos que por el talento de los primeros si hemos de ser sinceros. Así, el talento increíble de Oliver Queen con el arco (y en la casa editorial de al lado, Clint Barton), es tan o más real que Bruce Banner y Peter Parker recibiendo grandes dosis de radiación y volviéndose en el proceso superhéroes y no supertumores.
Veitch señala así un gran y estúpido ilógico: Flecha Verde se niega a sí mismo, posee todo tipo de armas de última tecnología, pero pretende ser Robin Hood; es un cerdo capitalista que no paga impuestos y se proyecta como socialista. Así, King Rad es un alcohólico misántropo, que usa armadura de combate, aparatos de vuelo y armas y explosivos. Veitch compara así la hipocresía de Green Arrow contra la bien cínica y apologética sinceridad de Iron Man. El hombre de la armadura de hierro no solo es también un alcohólico, sino que también es un titán de la industria armamentística norteamericana. Pero, si Iron Man se parece de momento más a King Rad que Green Arrow, ¿Por qué la comparación con el arquero esmeralda? Porque Iron Man no tiene sidekick.
Flecha Verde tuvo como sidekick a Speedy, personaje seminal y olvidable con un nombre particularmente estúpido que cofundaría los Teen Titans con Aqualad, Robin, Kid Flash y Wonder Girl. Pero la verdad es que el único momento de gloria de Roy Harper, o más bien, el único momento recordado del ayudante es uno polémico. ¿Se acuerdan que comenté más arriba que Flecha Verde había protagonizado unos comics progresistas en los setenta? Bien, en ellos Hal Jordan era la descripción gráfica de WASP y Oliver Queen tenía que explicarle problemas sociales al policía del espacio. El millonario le explica progresismo al policía. Bien, pero hubo un punto de quiebre en el que Speedy resulta ser un drogadicto. Y es una historia terriblemente… mal ejecutada.
Las drogas se proyectan sobre el nuevo Wild Boy y lo arrasan. Porque si bien Roy Harper fue adicto, se recuperó. Siguió siendo un héroe, salvo que con la marquita de su adicción. La droga es una anécdota que hace que llame un poco la atención, un “esto es por lo que es principalmente recordado”. Una nota al pie de la página y ya está. En cambio el viejo Wild Boy es un alcohólico desenfrenado y el segundo tiene el cerebro quemado. El problema no es que esté mal usar drogas. La portada de ese número es un joven confundido puesto en juicio por una especie de pecado mortal. No es un héroe Speedy, es un junkie, un drogadicto. El problema no es que el uso excesivo de las drogas puede perjudicar las facultades mentales y el cuerpo hasta el punto de su casi total destrucción. No, es un asunto de reputación. Siguiendo líneas parecidas, pero no idénticas, volvemos al caso de Batman y la homosexualidad. Se busca salvar el estatus, el sistema, no los afectados. Hay que proteger nuestro ideal de juventud perfecta, no solucionar los problemas que la afectan.
Superman VS True Man – La Matriz Original (Infecta)
Al igual que en la realidad, los vigilantes de Brat Pack devienen y surgen solo porque parten de un mismo modelo. Superman para nuestro mundo real, True Man para el mundo de Veitch. True Man era una fuerza de vida y revelación, de verdad y fuerza para Slumburg. Fuego purificador. Energía fascista básicamente. En él se inspiran los demás. Dos por chongo, uno por ser indestructible y el otro por ser una figura de poder y de orden. Lo mismo Superman. Siempre será una fuerza de poder porque solo lo inteligimos así. Casi todo el contenido sobre superhéroes en YouTube (donde las pajas mentales están a la orden del día prácticamente desde la epidemia del video ensayo) son trivias, datos sobre poder, fuerza. Y creo que esto deviene porque vemos en el superhéroe el “super”: gracias a ser más es héroe. ¿Y qué estereotipo más común de un humano que es “más” hay en Occidente que un hombre verdadero, un hombre de verdad?
Veitch es el más grande baño de ácido para los comics de superhéroes porque es imposible disociarse. Revela el esqueleto, la ideología subyacente de los héroes cerrando cualquier distancia irónica que quiera realizarse. ¿Y por qué? Simple: Moore no se atreve a hacer que adoren al Superman de su universo, a Manhattan. Veitch, en cambio, sabe que lo adoptaría el público norteamericano y gran parte del polo occidental, como Dios. Manhattan es temido, mientras que True Man es un Dios revelado que debería regresar y acabar con la purificación total. Ante la idea tonta dada por Snyder de que a Superman le temerían Veitch parece responder: ¿realmente crees que a un super hombre puritano, blanco y atractivo le temería el mundo, un mundo que fue proyectado ideológicamente por un Occidente blanco y hetero patriarcal?
Pero, luego de esto, ¿Qué queda? En su edición original, Brat Pack no da un final. No merecen sus personajes una conclusión salvo una muerte indolora los ayudantes y una lenta y dolorosa los vigilantes. Y como público nunca tendremos nosotros un final. Porque los superhéroes no mueren, no porque sean símbolos, sino porque las editoriales que los publican, como los vigilantes de Veitch, reemplazan al personaje como si nada. ¡No detengan las regalías y los números vendidos caballeros! ¿Cómo se atreven? Jason Todd murió para vender, al igual que Superman en su momento. Y murieron para ser revividos o reemplazados (O ambas) y vender más. El problema está, de vuelta, en la matriz original, en el hecho de que como tal ella yace corrupta. Y no hay conclusión que les pueda dar Veitch para resolverlo, o al menos no pareciera. Quizá otros autores, más optimistas, pudieron.
Rocco Fregoti es un estudiante de la Universidad de Buenos Aires, cursando Filosofía. Tiene un blog llamado Rosas de Cobre y su cuenta de Instagram es @rocco_frego.