Por El Cronista Enmascarado
Imagen de portada: Win Mortimer, World’s Finest Vol. 1 Nro. 54 (octubre de 1951), DC Comics.
Los gifs pertenecen Our digital life de Clara Berlinskide: http://www.gifmeabreak.com/
Las nuevas tecnologías vinieron para cambiar los paradigmas de cómo se consume la cultura. La televisión queda obsoleta, y los que siguen mirando la telenovela a las 4 de la tarde son los cavernícolas de la era digital. Las noticias circulan velozmente por las redes, y si no estuviste atento, probablemente te encuentres desinformado. Las películas se “estrenan” antes en internet, los medios de video-sharing producen su propio contenido y decidimos ver la última de Tarantino en el celular, sin importar de que este filmada en 70mm. Y las historietas no son la excepción a estos cambios estructurales.
Reformulación
Cuando las plataformas de blogging se hicieron visibles, las historietas independientes se trasladaron rápidamente del papel a los blogs, coincidiendo con la primavera blogger y la democratización de la cultura. Los blogs de historieta eran todos similares en su dinámica: ninguno hacía dinero, y no había cambios estructurales en el lenguaje: la misma página que podría publicarse en una revista, se posteaba igual en el blog. Por lo que las discusiones de aquella época se pueden sintetizar en dos: 1- cómo se genera dinero dando el contenido gratis, y 2- si había una forma de ajustar el lenguaje de la historieta a la era digital.
Prueba y error
En el ámbito local, los nuevos historietistas se enfrentaban nuevamente al desafío de tratar de vivir de su profesión. Lo habían sufrido en primera instancia con la caída de las editoriales en los años 90s, y luego con los intentos de agrupaciones editoriales fanzineras habían fracasado. Las esperanzas de los dibujantes se volvían a renovar pero nunca se encontró la solución a capitalizar la generación constante de contenido: se dibujaba mucho y se cobraba cero. Los anuncios de adsense apenas lograban cobrar algún hosting o recibir tan solo una palmadita en la espalda. Los libros recopilatorios de tiradas cortas se hacían por el solo motivo de ver las historietas impresas y se cobraban migajas de regalías para años de trabajo gratuito.
La meritocracia (muy popular en estos nuevos días neoliberales) plantea un mundo donde las recompensas son obtenidas en base la capacidad individual y al espíritu competitivo. Una especie de Darwinismo social, donde cabe la supervivencia del más apto sin tener en cuenta distinciones culturales y sociales de ningún tipo. La meritocracia empezaba a inflar los egos, y el que más comentarios tenía, más atención recibía. Muchas historietas de calidad dudosa se hacían populares, por lo que la polémica y los celos entre colegas no tardaron en llegar. Los comentarios anónimos explotaron con discusiones sobre la calidad de la historieta contemporánea o si el dibujante había estudiado el Loomis o si le copiaba el estilo a otro.
Redes Sociales
Al incrementar en popularidad las redes sociales, los blogs fueron muriendo lentamente. Todos dejaron el viejo juguete para agarrar el nuevo. Los blogs trataban de sobrevivir posteando su RSS a través de Facebook y Twitter pero las visitas ya no eran las mismas. Los blogueros trataban de no ahogarse abriendo rápido su fan page pero su efímera popularidad se veía opacada por los nuevos paradigmas que traían las redes sociales. La inmediatez de la información nos hace creer que ya no hay tiempo para detenerse a leer algo relativamente extenso. 140 caracteres es lo máximo que se puede leer y videos de 6 segundos es la máxima capacidad de atención que se puede lograr.
La gente tiene que scrollear rápido entre noticias para informarse lo más rápido posible. Hay que saltar entre las novedades de Netflix, las fotos de tus sobrinos, y las declaraciones de los presidentes. La imagen superficial se hace fuerte en las redes sociales. Las chicas quiebran la cintura y los chicos muestran los abdominales marcados para tener más likes en Instagram. Los hashtags comunes nos indican de qué hablar y los emojis representan nuestras emociones. La polémica se evita para no perder likes, y la discursiva se hace netamente optimista y políticamente correcta. Las redes sociales acaparan por dónde se consume la información, y los historietistas deben adaptarse a las normas y los formatos. Las historietas deben competir y convivir con los memes, las fotos trucadas y las imágenes con frases escuchadas en la calle.
Todo se sintetiza al máximo para golpear en el pequeño instante en el que el ojo del lector se posa sobre la imagen durante un furioso scroll. Los formatos sufren drásticas modificaciones: Las historietas de una página pasan a ser tiras cuadradas de cuatro viñetas que se adaptan a Instagram, y las tiras pasan a hacer viñetas que luego puedan circular en cadenas de Whatsapp. La historieta se va desvaneciendo de internet, y el humor gráfico se hace cada vez más fuerte. En este maremoto de información, surgen dos tipos de dibujantes en el mundo comiquero: los humoristas virales y los historietistas modernos.
En nuestro país, las redes sociales empiezan a linkear los artistas gráficos con los historietistas, y hacen que colisionen los mundos. Dicha colisión hace que algunos artistas, que vienen golpeados del mundo arduo y difícil del arte contemporáneo, recaigan en el micromundo afable y fértil de la historieta. Traen consigo una visión gráfica amplia, una visión narrativa limitada y muchos vicios del negocio del arte. Los historietistas modernos, como aquellos adolescentes que imitan las poses de Kim Kardashian, se alinean ferozmente a la moda y las tendencias. Tratan de abarcar lo máximo posible de los siguientes trendings: el DIY, el diseño decorativo, la moda kawaii, la referencia pop y la novela gráfica. Generan un discurso insípido y empático que hipnotiza a los ingenuos para luego convertirse en influencers y tratar de robarse el show. Hacen lobby y presencia en cada inauguración, presentación de libro y evento que les sea conveniente.
Un Analisis Moderno
Las historietas modernas son muy bellas estéticamente y amplias en sus estilos. No hay una unidad gráfica, sino una muy sana variedad. Comprenden influencias tan variadas como El Bosco, Goya, Basquiat, Bryan Pearce y Keith Haring del mundo del arte, atravesado por Jim Woodring, Gary Panter, Sfar, Her Seele y Julie Doucet del mundo comiquero. Obviamente no son los primeros en adoptar todas estas influencias pero sí es una tendencia común a través de todo el espectro. Abarcan desde el más furioso blanco y negro hasta el más saturado color directo. Se caracterizan por no utilizar la tecnología para nada en su proceso, excepto para su posterior publicación online. Este rechazo a la tecnología y al Photoshop trae aparejada una filosofía pueril del arte sin atajos y una revalorización del original para la posterior exhibición.
Pero… ¡Arriba! no te desanimes. Si te esfuerzas, tú puedes.
El Cronista Enmascarado es un escritor incompetente y megalómano. Durante el día es un trabajador asalariado que provee para su familia pero por la noche, cuando sus hijos se duermen, se desviste para poder criticar y reseñar historietas desde el mustio comedor de su hogar. Siguiendo los pasos de Batman, oculta su identidad para proteger a los que ama de sus más acérrimos enemigos.
Excelente nota, che. Me la leí con un café y unas cerealistas. El vil “like” domina nuestro mundo ahora. Abrazo.