En esta sección le pedimos a alguien que elijan una obra, secuencia, portada o viñeta y presenten su mirada y el por qué de su elección. En esta ocasión, Pablo Dragicevic elige “Batman y los Outsiders”, una serie de DC Comics, por Mike W. Barr y Jim Aparo.
Sensatez y sentimiento (y Metamorfo)
Por Pablo Dragicevic
No se trata de mi primera historieta, me resulta imposible determinar cuál fue. Todas las candidatas a ocupar ese lugar conviven tras una imprecisa nebulosa. En todo caso, de aquellas primeras revistas, Batman y los Outsiders Nº4 fue mi puerta de acceso a los superhéroes y es hoy la historieta más antigua que conservo. Escrita por Mike Barr, dibujada por Jim Aparo y editada en Argentina por editorial Perfil, data de Agosto de 1990, cuando yo tenía apenas cinco años recién cumplidos. Y luego de releerla por millonésima vez para redactar estas líneas, me maravilla el hecho de poder seguir encontrándole el gusto. Y unos cuántos significados más que fue cobrando con el tiempo, junto a cada arruga y cada emparche de cinta scotch (así es, jamás la preservé en una bolsita, ¡tal es mi herejía, coleccionistas!).
Como les decía, esas hojitas plegadas y abrochadas tienen para mí un valor sentimental inmenso, que se potencia con cada nueva relectura. Y es que de eso se trata, de cada cosa nueva que esa revistita de morondanga me dice cuando me reencuentro con ella.
Primero aclaro el contexto: éramos muy pibes mi hermano y yo (apenas un año mayor él) para leer y entender (mucho menos coleccionar) cómics de superhéroes. No teníamos las anteriores entregas y tampoco las que seguían. Y no sé cuánto más duró esa serie, lo ignoro al día de hoy. Un par de añitos más tarde llegaron a nuestras manos otras revistas de aquella línea, pero ese Nº4 permanecería siempre como una perfecta isla, hasta muchísimos años más tarde, cuando me topé en Parque Centenario con el Nº1 y el Nº3. Y desde luego, a pesar de haberla hojeado mil veces, recién pude leerla y entenderla un par de añitos después, ya empezada la primaria.
Hoy me atrevo a decir que es posible dar una clase de historieta armado apenas con esta joyita de 23 páginas. Funciona ya desde esa hermosa portada que promete tanta acción y anticipa el momento de mayor tensión de la historia. Una vez adentro, Barr se las arregla para hilar impecablemente la trama general de la serie (Batman al frente de un grupo nuevo, que está apenas conociéndose) con el dramático argumento que implica al villano de turno. Sin excluirte si no leíste las entregas anteriores, ni tampoco dejarte colgado hacia delante (pero sí con ganas de más). Para los dibujos de Aparo sólo tengo palabras elogiosas. Para explicarlo en términos futbolísticos, quizás en la composición de sus páginas “no sale a proponer” nada muy distinto ni arriesgado. Pero su fuerte está en el poder de síntesis y la fluidez narrativa. No hay viñeta que sobre, los textos y las acciones se entrelazan de forma perfecta y van llevando la historia cuadro a cuadro, página a página hasta el final. Si uno quisiera hacer algún tipo de recorte (para ilustrar esta nota, por ejemplo), es casi inevitable partir algún diálogo.
El argumento es por demás sencillo. Batman es convocado por el Alcalde Brewster para informarle que Ned Creegan, el Hombre Radioactivo, escapó de prisión, robó material específico de varios laboratorios y por si fuera poco, juró matar al murciélago, a quien se había enfrentado ya en otra oportunidad. Batman, que no tendrá poderes pero la sabe lunga, sospecha que algo raro hay detrás del asunto.
Finalmente nuestro capo encapotado y los Outsiders dan con Creegan y (no sin dificultad) lo reducen. Y al quitarle su máscara, descubren el por qué de los robos: Creegan se está derritiendo. Y es que él estaba en prisión cumpliendo su condena como un señorito, intentando ir por el buen camino, hasta que recibió por parte del alcalde la noticia de que su tratamiento especial radioactivo fue suspendido por una junta evaluadora. Ante el fallo adverso y sus mortales consecuencias, Creegan enfurece y por eso escapa. Así Batman confirma su sospecha y se las ingenia para hacer pisar el palito a Brewster y descubrir la trampa: la junta sí autorizó el tratamiento de Creegan, pero Brewster se lo ocultó esperando que este muriese derretido o a manos de los superhéroes. Al verse descubierto, el corrupto alcalde intenta justificarse ante Batman, apelando a él como justiciero, explicándole cómo dejó de creer en la reinserción social de los presos, al punto de dejarlos morir si eso evita su reincidencia. Fue la primera vez que me contaron una historia en la que los malos no lo son tanto y los buenos lo son más o menos, cada cual con sus motivos. Esta sencilla historieta me sacó del aburrimiento y me hizo feliz mil veces.
¿Qué más me dice esta revista y por qué la comparto hoy con ustedes? Bueno, hago una lectura generacional. El otro día supe que luego de un tiempo largo, vuelven a haber ediciones locales de DC. Y no sólo me divierte poner una revista junto a la otra y comprobar el abismo que hay desde lo estético y la calidad de la publicación. También me saca una sonrisa que desde el editorial de presentación de este “nuevo” Batman se evoque sin nombrar a la generación Perfil, de la que fui parte. Dicho comentario toma al Batman de Tim Burton como bisagra “tanto para el personaje como para la industria del cómic en nuestro país”. Batman y los Outsiders se ubicaba en la medianera. Hasta ese momento, la representación popular de Batman tenía aún el rostro de Adam West (QEPD). No sé cuánto o cómo incidirá el actual auge del cine de superhéroes en la industria del cómic de nuestro país. Pero ahí están los pibes, encontrando en el kiosco sus puertas de acceso al mundo de los superpoderes, y con suerte al de la historieta toda. Gracias por dejarme compartirles la mía. Ah, y mi Outsider favorito era Metamorfo.
Pablo Dragicevic (Munro, 1985). Alrededor de los 13 años descubrió El Eternauta y la historieta argentina independiente. Comenzó a estudiar la carrera de Edición pero abandonó con apenas una materia aprobada al empezar a trabajar. Asistió al taller de historieta de Fernando Calvi, del cual conserva proyectos inconclusos. Desde hace cinco años trabaja en una librería dedicada la literatura infantil y juvenil. Se considera un militante de la historieta, y desde hace poco más de un año lleva adelante el blog Al Rescate Comics, donde escribe reseñas, reflexiones y entrevistas sobre historieta en general pero sobre todo argentina. Vive en Quilmes.