Por Rocco Fregoti
The Sandman: Hechizado
(Este artículo está escrito a partir de la lectura de The Sandman del número 1 al 75. Hay spoilers).
Hecho indiscutible, ya sabido por todos y realidad permanente es que todos los seres humanos, eventualmente, vamos a morir. Todo lo vivo a su tiempo fallece y todo lo muerto alguna vez vivió. Los soles se apagan o explotan, los agujeros negros se evaporarán y en algún segundo el universo se desgarrará. Al fin, todo acaba. ¿Es esto malo? ¿Es bueno? ¿O es acaso la forma en la que el universo funciona? La respuesta parece ser esta última. ¿Y qué se supone que hagamos con esto? ¿Aceptarlo, desesperarnos? ¿Ignorarlo, enloquecer? ¿Enojarnos, vivir? ¿O quizá soñar?
El Autor: Neil Gaiman
El autor de The Sandman es el inglés Neil Gaiman. Decir que su secret origin es interesante es quedarse corto. El escritor forma parte de una familia conformada tanto por judíos como cienciólogos. Lector aguerrido, tanto de compra como de biblioteca pública. Los nombres de Tolkien, Lews, Ellison y Shakespeare son los que conforman su formación como lector. Fanático de Batman, al que conoció por las anécdotas de los viajes de su padre a Estados Unidos, volvió a la lectura de historietas ya como adulto cuando conoció la figura de Alan Moore. Trabajó como escritor de reseñas, artículos e historias cortas hasta que el subsello Vértigo de DC Comics decidió emplearle. Tuvo una larga carrera con el personaje de Orquídea Negra hasta que un día pudo crear su propio personaje: The Sandman. El nombre quizá no señale nada de lo que podría tratar la obra para el lector hispano parlante, “Hombre de Arena” no significa nada en el mundo latino. Pero en inglés y en lo que llamaríamos Europa Continental sí: el hombre de arena es una figura del folclore europeo a la que se le atribuye ir y dar sueños a los humanos dormidos, dejando por su paso “arena”. Saliendo con esa referencia como título, Gaiman fusiona la historia humana, la literatura, la mitología, el folclore y diversos conceptos religiosos para hablar sobre una gran cantidad de temas, que varían desde la muerte hasta el destino, y, como era de esperarse, los sueños.
El Mundo de los Sueños
Siete son las fuerzas que rigen el universo ficcional de Gaiman: Destrucción, Delirio, Desespero, Deseo, Destino, Muerte y Sueño. Y estas fuerzas tienen sus representantes, los Eternos, entes mortales que viven lo que una vida, aunque mucho más que otras. Morfeo era uno de ellos, el Rey del Sueño. Pero, en su regreso de una conquista, fue capturado por un humano. Burgess, el mortal que le capturó, trató de sacar provecho de su hazaña. Falló, sí, pero por unos setenta años el reino de los sueños no tuvo regente, por lo que cuando Morfeo se liberó, tuvo que hacerse cargo del desorden de su hogar, sus súbditos y las cosas que le robaron. Este es el pistoletazo de salida que permite a Gaiman hablar también del vínculo de Morfeo con sus hermanos, con sus afectos y que no solo pueda Morfeo resolver sus asuntos monárquicos por así decirse, sino también sus más duros dramas personales.
The Sandman está compuesto también por muchas historias cortas en las que Morfeo tiene efecto sobre la vida de personajes históricos. William Shakespeare, César Augusto, Marco Polo, e incluso personajes importantes del universo DC, como el Detective Marciano, Mister Miracle o Wesley Dodds (El Sandman original). El punto de todo es que Gaiman hace dioses de lo diario, dioses de lo común y no de un elemento. Creadores que todos conocemos, pero nunca llegamos realmente a conocer. Por eso cuando Morfeo muere al final todos los seres vivos van a su funeral, porque él es un conocido. Pero no es solo Morfeo, claro está. Muerte, por su parte, una vez cada cien años pasa un día viviendo como humana solo para estar con otras personas.
Los vínculos que Morfeo tiene con los meros mortales no son lo único a resaltar. Su relación con sus hermanos es sumamente importante. Morfeo es un estoico dolido, depresivo, que se cierra en su propio dolor y trata de no relacionarse con nadie, aunque su propia naturaleza como mortal o su debilidad por las mujeres hagan temblar eso. Descontando a Muerte, con la que se lleva bien (aunque eso no cuenta, Muerte es literalmente el único personaje que no puede caerle mal nadie), con sus hermanos no hay mucho contacto. Ayuda a Delirio a buscar a Destrucción, pero eso es más porque le habían roto el corazón (de vuelta) y quería distraerse. Entre él y Deseo hay un odio mutuo, el primero por hacer que se enamorara de Nada, su primer amor, y el segundo por ser un amargado callado que nunca se divierte. Los Eternos, más que un panteón olímpico, parecen una familia peleada desde hace mucho tiempo, que se quieren, pero no hablan seguido.
Luego están los vínculos de Morfeo con las mujeres, que podrían resumirse en tres historias que acaban mal. Primero está Nada, la hermosa princesa de una civilización africana perdida, la primera mujer de la que Morfeo se enamora, pero a la que castiga con pasar la eternidad en el infierno por no corresponder su amor. Luego está Calíope, musa con la que tiene a Orfeo y a la que abandona luego de la muerte de este. Cubriremos este asunto en el próximo párrafo. Y al final esta Tesalia, la única mujer que le rechazó. Déjenme decirles, Morfeo no se tomó bien esto.
Y, por último, Orfeo, el único hijo que tuvo Morfeo. Su relación más trágica. Orfeo es un personaje mitológico conocido por haberse casado y amado con locura a una humana llamada Eurídice. Esta moriría trágicamente, llevando al viudo a tratar de recuperar el alma de su amada en el Hades y fracasar en esta tarea. Luego, por ir canturreando depresivamente, las Benévolas, las criaturas que luego al final de la historieta habrían de matar a su propio padre, le decapitan. De Orfeo queda solo su cabeza consciente, vivo pero desmembrado. Morfeo lo esconde del mundo para protegerle, pero no le habla en lo más mínimo.
El problema personal de Morfeo a lo largo de la obra es cómo se pelea consigo mismo por las cosas que acorde a su ley debería hacer, y las cosas que por simple decencia ética o simple humanidad hace o debe hacer. Por más que quiera alienarse en su labor, alejarse del universo mortal como su hermano Destino, el Rey del Sueño no puede evitar entrometerse en la vida humana o enamorarse. En muchos sentidos, la trama de The Sandman es la de un hombre solucionando todos los errores que cometió en su vida antes de morir. Libera a Nada de su prisión en el infierno para darle una nueva vida. Salva a Calíope de una vida de castigo y dejamiento. Se reencuentra con su hermano Destrucción para comprender el porqué de su ida. Y, por último, da la muerte a su hijo Orfeo, el descanso que merece y necesita. Y aunque estos actos requieren que él tome valor, que se deje cerrar en sí mismo, se acerque a sus hermanos e incluso sufra como nunca, son cosas que él debe hacer. Nada no tenía la culpa de que él no puediera aceptar el rechazo. Calíope no tenía la culpa por lo que le ocurrió al hijo de ambos. Y, por último, Orfeo no merecía seguir viviendo como una cabeza, merecía morir por mera piedad. Pero ya abordamos todos los aspectos de personajes en The Sandman. Ahora toca ir por lo temático.
Mitología
Neil Gaiman logra construir una mitología con su obra. Un panteón de dioses nuevos, pero en el sentido de que hubiesen sido los dioses si hubieran sido creados por los seres humanos occidentales del siglo XX. Como bien el filósofo alemán en el 1800, Dios está muerto. Ya no nos importa tanto. Las enfermedades las curamos; sabemos que somos el resultado, junto a las demás especies, de un largo proceso de evolución; nos dimos cuenta de que las teocracias no son la forma de gobierno más eficiente y, por último, Dios no es el centro de nuestros sistemas políticos ni sociales. Pero entonces, ¿cómo es la religión, la mitología si es mejor así decirlo, que crea Gaiman?
Primero que todo, Gaiman toma como su base el punto de vista que pregona que Dios, si existe, no tendría efecto en nuestras vidas porque tenemos libre albedrío. Rabinos y escolásticos trataron durante mucho tiempo analizar el jardín del Edén como metáfora de que el hombre es libre y completamente responsable de sus propios actos en una tierra creada por Dios (por cierto, el relato del Jardín del Edén también aparece en la obra de Gaiman). La razón por la que esto es una falacia de base es que el propio dios judeocristiano se mete tanto en la vida común de los hebreos, haciendo que tengan éxito en sus cortas vidas o fracasando, que bueno, tan libres no somos. Tampoco es que Gaiman tome el otro camino, el punto de vista de que todo está determinado por Dios, no hay libertad y es todo un gran plan. En ese plano, la obra de Gaiman es compatibilista. Esta teoría filosófica, a modo de tregua, dice que hay cosas determinadas y cosas indeterminadas. Por ejemplo, uno puede nacer en un sitio, pero las experiencias que uno labre en su vida pueden hacer que uno no muera en ese lugar. Lo que siempre está determinado, es que nos vamos a morir. Así que toca eso: la muerte, el tema principal de la historieta junto a los sueños.
La antropología (en el muy débil conocimiento que tengo de ella) dice que hay dos razones por las que el hombre crea dioses y religiones: para comprender el mundo y porque nos vamos a morir y no nos gusta en lo más mínimo esa idea. Gaiman comprende esto y en su afán de crear dioses más humanos nos da a Morfeo: un hombre que simplemente no se puede conciliar con el hecho de que su hijo debe morir, que está ya muerto en vida. Y aquello que crea Gaiman, ¿nos reconcilia con el hecho de que nos vamos a morir? ¿Qué paraíso crea para que soñemos en paz? ¿Qué reencarnación de nosotros mismos nos manufactura? ¿Y qué infierno para que actuemos bien? Pues, ninguno. Hay un infierno, sí, pero es en un primer plano un reino no terrenal, y en segundo, un lugar donde las almas van a ser castigadas con un castigo proporcional a lo que hicieron porque sí. Primero era un lugar, luego reinaron allí los demonios, y después llegaron un ejército de infelices que querían sufrir, y ya está. Al principio de uno de los tomos que componen la obra, Vidas Breves, Bernard Capak, un muy normal hombre de negocios (que en realidad es un inmortal) muere y lo que Muerte le dice cuando le pregunta si vivió mucho es: “No, viviste lo que todos. Una vida”. Lo que Gaiman quiere que saquemos de su obra es que las cosas terminan, todo eventualmente se acaba, y que está bien. Así son las cosas. Que solo vivimos una milésima de segundo en una mota de polvo que solo estuvo suspendida en un gigantesco vacío por medio minuto. Gaiman nos hace comprender la importancia de la muerte al ver al máximo lo que es vivir en dolor. John Dee, el criminal que roba el rubí de poder de Morfeo es incapaz de dormir y por ello enloquece. Charlene Money, la mujer que protagoniza junto a Brant Tucker El Fin de los Mundos, deja en claro que prefería vivir en un mundo de fantasía sin sentido, de viajantes extraños, que irse de vuelta a su patética vida de costumbres. Hob, un humano al que el propio Rey del Sueño permite vivir eternamente y personaje recurrente de la historieta, vive con la culpa de haber sido un esclavista siniestro en su pasado. Morfeo mismo es un hombre que vive en la culpa por sus fallas. Y, por último, Orfeo, músico legendario cuyo amor se ha ido hace muchísimo tiempo y del que queda solo una cabeza parlante.
Sin embargo, Gaiman sabe que la muerte nos angustia terriblemente, así que queda preguntarnos, ¿Qué nos queda? Bueno, los sueños. Para la obra, los sueños nos dan vida. Nos permiten escaparnos de nuestra dura realidad, crear historias y digerir lo que nos ocurre, racionarlo. Morfeo es el rey de los sueños: define lo real, pero creó los sueños y las historias para que podamos vivir sin desesperación. En Fábulas y Reflejos, por darle a Norton la ilusión de que es el emperador de los Estados Unidos, Morfeo salva su vida del suicidio y la desesperación por el fracaso económico. En el mismo tomo, pero en otra historia, en este caso la de Cesar Augusto, el rey pálido le permite al emperador conciliarse con el trauma que le provocó su padre adoptivo. Ya sea haciendo creer a las chicas que pueden ser lobos de mar, salvando la Bagdad de la Edad de Oro para la eternidad, en las historias de amor del viejo continente, en las narraciones de mundos completamente ajenos, o dando a los grandes escritores el vuelo literario para que creen sus magnum opus. Los sueños y la ficción son lo que necesitamos para vivir.
Rocco Fregoti es un blogero recién salido de la secundaria. Graduado con honores de la escuela secundaria ORT Almagro, cursará el profesorado de Filosofía de la UBA. Desde el 2015 trabaja en el blog Rojocomics, cuyo enfoque general es la historieta, y desde el 2018 en el blog LenguajePolítico, cuyo enfoque es la política. Cultor también de los videojuegos y la literatura. Links de los blogs:
En el sitio de Comiqueando on-line se había sugerido que Neil Gaiman se había inspirado en «las crónicas de Amber», de Roger Zelazny. Yo creo que no tanto, aunque hay algunas poquitas cosas que me resonaron de allí. Aunque no fueron las que mencionaron los del staff liderado por el infatigable «La Papa Accorsi».
Me han gustado mucho ambas ficciones.
Lindo artículo, saludos.