En esta sección le pedimos a alguien que elijan una obra, secuencia, portada o viñeta y presenten su mirada y el por qué de su elección. En esta ocasión, Pedro Mancini elige Swamp Thing de Alan Moore, Steve Bissette, John Totleben y Tajtana Wood.
Verano del ’93
Por Pedro Mancini
Verano del ‘93, menemismo y muerte total. Por lo menos para una familia de clase media-baja de Ituzaingó. Por ese entonces ni mi mamá ni mi papá tenían trabajo. Mi mamá había decidido trabajar como ama de casa desde hacía unos años, y mi papá, que era el sostén económico de la familia, había sido despedido de su empleo como bancario unos meses atrás. Así que estábamos completamente jodidos. Yo vivía en una burbuja de comics y ficciones, pero algo intuía. Se respiraba cierta amargura en el ambiente. Para levantarnos un poco el ánimo, una tía de mi mamá nos prestó un departamento que tenía en Las Toninas Beach, así que hacia allá fuimos.
Yo era un preadolescente enojado con la vida. Solo me gustaban los comics, el metal y el helado. Mis viejos invitaron a mi primo Federico para hacerme compañía, pero mi capacidad para la vida social en ese entonces era aún más reducida que ahora. Así que no daba bola a nadie. Andaba por ahí entre el local de videojuegos y una librería de libros y revistas usadas, típico de la costa. Para colmo explotaba en las radios ese hit espantoso de las 4 Non Blondes que arruinó a una generación entera.
En este último local apareció la salvación del verano, estaba ahí como esperándome: el primer número de Swamp Thing, de Ediciones Zinco. Este cómic representaba una nueva etapa para el personaje -con Alan Moore tomando las riendas en el guión- y contenía “La lección de anatomía” y un fragmento del siguiente número con “La historia de cara nuclear” (que agregaban como gancho para que uno vaya a comprar el siguiente).
Para empezar fue una gran impresión a nivel visual. Esa tapa tiene todo lo que quiero de una tapa. Un impacto violento, como un grito o una trompada en la cara. Imposible no caer rendido. Y ya metido en la historia, representó mi ingreso a una nueva información. A enterarme sobre formas de contar historias que ni sospechaba. Desde la parte gráfica, la novedad de esas increíbles composiciones de página, pura magia explotando en cada pequeño fragmento, todo en función de la narración.
Y otra cosa que me llamó mucho la atención fue el tratamiento de las texturas en el dibujo de John Totleben y Stephen Bissette. Todo parecía corroído, la putrefacción llevada a un nivel nuevo de detalle. Era como un mal viaje de ácido, antes de que yo supiera nada sobre eso. Y por supuesto, los conceptos que empezaba a construir el genio de Moore, preparando el terreno para lo que sería la insuperable “American Gothic”, que me atraparía hasta volverme enfermo tratando de conseguir cada número, y todo lo que pudiera conseguir de su autoría de ahí en más. El increíble mago del caos me sumergió en su mundo y supongo que algo cambió en mí para siempre.
Me pasé todo el verano bajo una sombrilla – soy muy blanco y el sol siempre me hace pelota a menos que me ponga un súper bloqueador. Haga lo que haga todo termina en mí volviendo completamente pálido de las vacaciones -, leyendo y releyendo esa magia de Moore y sus extraños amigos que me cambiaron la forma de entender los comics.
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Pedro Mancini (Ituzaingó, Buenos Aires, 1983) es ilustrador e historietista. En 2006 creó junto a Darío Fantacci y Santiago Fredes el grupo Niños, proyecto de autoedición y grupo multidisciplinario, con quienes editó siete números de la antología de dibujos e historietas Ultramundo. Ha publicado Paranoia Normal (Llanto de mudo, 2012), Disparo rayos por los ojos (Dead Pop 2014), Alien Triste (Hotel de las Ideas, 2015), Hermano (junto a Darío Fantacci, Panxa Comics, 2016) y Ultradeformer (colectivo Prendefuego, 2016) y Alien Triste en Francia a través de Éditions Insula. Coordina junto a Marcelo Acevedo el suplemento de comics de la revista Nan, “Mal Flash” y junto a Ezequiel García los talleres en Espacio Moebius, dedicados a la historieta y la autoedición.
Muy buena nota.
¡Los tacos de Zinco, qué recuerdo agridulce para los comiqueros de los ’90!
En esa época estaba tan obnubilado por los talentos de George Pérez y Tom Grummett (muy inferior en calidad), que los dibujos de Bissette y Totleben me parecían horribles. Y no me daba cuenta de que esa era justamente la gracia, todas esas gotitas pegajosas por todos lados…
Con el tiempo van cambiando los gustos y ahora los dibujos de la cosa del pantano me parecen geniales. También el tema de 4 Non Blondes me terminó gustando cuando lo escuché en versión gay cantado por He-Man.