Por Pablo Turnes
La Guerra de la Triple Alianza o Guerra del Paraguay (1864-1870) fue uno de los episodios más sangrientos en la historia poscolonial de Sudamérica. Se trató de una contienda entre la República del Paraguay y una alianza formada por la flamante República Argentina, el Estado Oriental del Uruguay y el Imperio del Brasil. Las consecuencias fueron desastrosas para Paraguay: su población masculina quedó prácticamente exterminada, su economía destruida, su soberanía territorial dividida y apropiada por los vencedores.
Lautaro Fiszman (Buenos Aires, 1975) encara el relato de la guerra retomando las perspectivas más críticas contra las políticas del presidente Bartolomé Mitre (1862-1868) y las figuras de la élite política y militar argentina. Nuda vida es la re-escenificación de una cadena de acontecimientos violentos en el marco de un crimen más grande, tal como lo denunciara el liberal tucumano Juan Bautista Alberdi en su obra de 1870, El crimen de la guerra.
Esta recomposición de acciones perversas, crueles y absurdas subvierte la tan mitificada superioridad moral de la élite argentina y su relato de la historia. En este sentido, la historieta no es original: la historiografía revisionista argentina se ha encargado en detalle de denunciar las acciones criminales de la oligarquía. La cuestión reside en cómo Fiszman elige contar la guerra, utilizando el lenguaje historietístico como ejercicio plástico. El autor se muestra así como el heredero más claro de Alberto Breccia, de quien es discípulo, en el uso de acrílicos empastados, collage, metatextos, cambio de registro para algunas secuencias.
Fiszman invierte la operación pictórica de Cándido López (1840-1902), el pintor de la guerra, quien había perdido su mano hábil en la batalla de Curupaytí. Mientras que López reconstruía las batallas desde panorámicas apaisadas, Nuda vida acerca la mirada y se concentra en los primeros planos de las facciones desfiguradas por el odio autoritario de los oficiales; los rostros desencajados de las víctimas pero también la furia de los pueblos que no aceptan someterse. Desde lugares espacio-temporales sumamente diferentes, las obras de López y Fiszman comparten no solo el mismo tema sino una marginalidad cultural históricamente definida (las dificultades de López para que su obra fuera aceptada en los círculos oficiales del arte; la historieta como medio descartado por esos mismos círculos).
La Guerra del Paraguay no ha sido un tema demasiado tratado en la historieta, aunque es interesante que una de sus apariciones haya sido la reciente La mano del pintor de María Luque, si bien desde una perspectiva distinta a la de Fiszman. Nuda Vida queda más cercana al proyecto inconcluso de Francisco Solano López (descendiente del mariscal homónimo que lideró al Paraguay durante la guerra), publicado en los ‘80s en las páginas de SuperHumor.
Tal vez una cuestión a señalar sea el problema del discurso revisionista al que Nuda Vida adhiere, y es que no rompe con la lógica maniquea de buenos/malos, leales/traidores, patriotas/mercenarios, etc. El revisionismo proponía remover buena parte del panteón liberal (Rivadavia, Lavalle, Mitre, Sarmiento, Avellaneda, Roca), y reemplazarlo por otro con los nombres de quienes eran considerados como “defensores de los intereses nacionales”. Así, se conservaba a Belgrano y a San Martín, a quienes se sumaban Rosas, Dorrego y llevando las cosas un poco más lejos, a Yrigoyen y Perón.
Sin embargo, este planteo estaba determinado por la realidad de la política argentina de la década de 1930. En aquel momento, la construcción de los nacionalismos formaba parte de un proceso mundial de redefinición de las identidades políticas que venía del siglo XIX, pero que había sido marcado por la experiencia de la Primera Guerra Mundial y uno de sus efectos políticamente exitosos: el fascismo italiano.
Uno de los problemas con la perspectiva revisionista es que ve a la élite como un bloque homogéneo, cuando las tensiones internas en la oligarquía son feroces. Mitre, quien inicia la guerra como el comandante militar de las fuerzas aliadas, tiene que resignar su mando al Duque de Caxias por los malos resultados pero también porque las internas políticas arriesgan a dejarlo afuera del juego en Argentina. Sin dudas, lo que une a la élite es el odio y el miedo por sus enemigos, pero el riesgo a veces es ver a un enemigo demasiado poderoso en vez de revelar las fisuras en su armadura por donde meter el cuchillo.
¿Qué sentido podría tener hoy retomar esas definiciones revisionistas, un siglo después? Toda la obra se convierte en un recorrido alucinado y febril marcado por una violencia salvaje y desenfrenada que evidencia el desprecio racista y clasista sobre los que se funda la nueva república. La inversión de esfuerzos por borrar el hecho vergonzante de la historia oficial es un indicio de cómo el crimen marca lo que será a partir de entonces el devenir del país.
Sin ir más lejos, los tan mentados principios sanmartinianos que forjan a las Fuerzas Armadas no son sino una idealización de su propio rol que el ocultan el origen criminal de esas fuerzas: una guerra por completo desproporcionada, fratricida e injustificable cuyo reverso es el de una represión interna para terminar de una vez por todas con la disidencia que se oponía a la imposición de una autoridad estatal, dirigida por una élite desde Buenos Aires. El ejército sería, en la práctica, cada vez menos una fuerza pensada para combatir contra un enemigo externo que una fuerza de represión y disciplinamiento interno que llegaría a su máxima expresión durante las dictaduras del siglo XX.
Al reconstruir esos hechos, Nuda vida se presenta como una obra política: mostrar aquello que ha sido ocultado para reconstruir la trama de la violencia argentina que llega hasta nuestros días. El título mismo es significativo: retoma un concepto del filósofo italiano Giorgio Agamben, aquel que designa el límite entre lo jurídico-legal donde el poder soberano opera sobre la vida; y la vida en su forma “cruda”, el estado de naturaleza. Acontecimientos como una guerra de exterminio borronean esas fronteras y exponen en carne viva el precio que han pagado los pueblos para construir la Nación. En palabras del propio Mitre, “al refugio del cañón civilizador”.
Opuestas a ese cañón, se encuentran las masas y las lanzas, cuyo grito sigue haciendo eco en los problemas irresueltos de nuestras sociedades devastadas por la injusticia y la desigualdad. Cómo imaginar nuevas y mejores formas de vivir, entre incendios, epidemias, pandemias y abusos de todo tipo sigue siendo el gran interrogante que nos atraviesa. Nuda Vida es, a su manera, un intento por recuperar una potencia política de la masa que derrote al gran crimen que se sigue perpetuando contra los pueblos sudamericanos; un reclamo cada vez más urgente, como un rayo que no cesa.